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viernes, 30 de noviembre de 2007

Golpe de estado

Esto es para lo que dan las clases de teoría de química:

Por orden de aparición, de izquierda a derecha, tenemos a la maravillosa pera mística, a la inigualable probeta, al pequeño y juguetón cuentagotas y por último, al líder del motín, el vaso de precipitados:


jueves, 29 de noviembre de 2007

De los antiguos, parte II

Y es que algo que siempre me ha sorprendido de los antiguos (véase como antiguos, más o menos, desde la generación de mis abuelos hacia atrás), es su tremenda rectitud y dureza, totalmente contrapuesta a esta sociedad que hemos construido entre todos, pues, casi todos, pero esto es algo que se puede cambiar con el tiempo, claro está.

Siempre me llamó la atención su actitud hacia la vida, su sopesación de los hechos, su manera de arriesgar, su dureza hacia los cambios que les afectaban negativamente, la manera de ver el pasado no como un "sucedió", "qué mala suerte", si no como un "yo quise que fuera así, y punto".

Otra cosa que siempre me llamó la atención es que, cuando leían, leían en voz alta, simplemente para comprender mejor el texto que leían, su musicalidad, su ritmo y traqueteo, su armonía y sus ideas, ya que no tenían nada que esconder, es más, antes, a quien leía en voz baja, directamente pensaban, ¿qué estará tratando de escondernos?, es tan sólo una muestra más de su rectitud.

Sin embargo ahora, ¡ay ahora!, somos lo más parecido a unos curas oprimidos y reprimidos, abogamos por la compasión, por el no-dolor, el no-sufrir, en definitiva, el no-vivir, cada vez nuestra piel es más blanda y se ve más fácilmente atacada por cualquier agente externo, pero claro, eso viene bien según a qué esferas, ya que, cuanto más blanditos nos volvamos, más nos pueden atacar con cosas más nimias, el dolor, el sufrimiento, son tan sólo otros aspectos de la vida, si cabe más nobles que ser una balsa de aceite, el arriesgar por un fin, el ir a por todas con un fin, por tu fin, en definitiva, la valentía, ya lo he dicho más de una vez, pero no me importa repetirme, ser valiente es bueno, coger al toro por los cuernos sin importarnos las consecuencias, o al menos sabiendo que las cosas pueden salir de una manera que no esperas, y esforzarte lo máximo para que no sea así, pero, si al final sucede, poner en nuestra mente un "yo lo quise así, y así sucedió", enfrentarnos a la vida con sus mismas armas, un derroche de fuerza propio de los más grandes, pero claro, para derrochar tanta cantidad de fuerza hay que tenerla, y saber recuperarla, como la vida misma.

Por esto y por más, es deber nuestro venerar a nuestros antiguos, y, si por cualquier razón no nos gustaron demasiado, respetarlos con todo nuestras (pocas) fuerzas, ¡ojalá me endureciera tanto como ellos algún día!, y pudiera ver la vida a través de sus ojos, unos ojos llenos de fuerza y brillo, una mente despierta y resuelta, y una determinación como ninguna otra.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

De los antiguos

Desde esta yerma pradera contemplo las dos grandes soledades, las dos soledades más buscadas y más anheladas, por un lado, al estricto Norte, la gran montaña se alza, imperturbable, con un halo de eternidad, sus fríos vientos cortan la piel de la mayoría de los viajeros que intentan alcanzar su cima, y es que, ni siquiera su agua está diseñada para que la beba todo el mundo, tan sólo los espíritus más elevados pueden beber de los manantiales más elevados, allá donde el agua es más pura, más fría, y más cristalina, y, pese a la inmensidad que vemos en la superficie, su verdadera riqueza está en su interior, allí podemos encontrar los más bellos tesoros, tanto minerales como en forma de cueva, esas cavidades huecas que esperan ser llenadas nos indican que ni siquiera ella es un ser completo y macizo en su totalidad, y, tanto plantas con animales, por mucho que quieran bajar a sus profundidades, no pueden más que ser meros seres que rasguen su superficie, su dura corteza.

Y al sur está el mar, el gran mar, el mar reúne aún más características que la gran montaña para tener esa ansiada soledad, es tan imperturbable que toda impureza que le arrojen, la disolverá sin más, habla sin decir palabras, tiene tanta sabiduría, que le impide hablar, y, como en el caso de la montaña, los animales y plantas que le habitan no pueden más que estar en su superficie, en su inmensa profundidad no crece nada, no hay nada, nada más que él, él consigo mismo y con sus propios fantasmas, él, y su sabiduría, callada, calma, y, a la vez, con una fuerza tal que puede destrozar todo lo que se le proponga con un ligero viento.

Si bien hay que decir, que las montañas más altas son las que comienzan desde el mar, es decir, para llegar a lo más elevado, hay que empezar el camino en la más absoluta profundidad, esto es algo que sabían nuestros antiguos, su piel era dura como la piel de la montaña, su interior macizo, aunque con muchas cavidades para llenarlas de minerales preciosos, y, sus profundidades eran muy, muy oscuras, tenebrosas en algunos casos, tanto que a ellos mismos les costaba entenderlas, pero, una vez que lograban caminar por ellas, el camino hacia la cima, hacia lo elevado, no les parecía tan escarpado como lo pintaban, y podían beber tranquilamente de los manantiales que se habían ganado a base de su esfuerzo.

Y es que mucho nos dista de estos antiguos, personas rectas, regias, decididas, endurecidas por los años y los acontecimientos, y ahora, ¿quién se puede llamar así mismo hombre, o mujer, con todo el derecho?, sinceramente, muy poquitos...

domingo, 25 de noviembre de 2007

Plásticos somos

No sé por qué extraña razón, siempre evitamos la contestación directa y sencilla a las preguntas directas, sean sencillas o no lo sean, quizá es porque nos parezca demasiado violenta, o porque nos queremos hacer los interesantes, pero, todos, o casi todos, al menos, nos cuesta decir simplemente sí o no, incluso en las encuestas tipo test siempre nos dejan un espacio pequeño para escribir un par de razones insulsas y anodinas, pero lo que yo me pregunto es: ¿de verdad tenemos tanto miedo a mostrarnos?, o, mejor dicho, ¿tanto nos gusta jugar al escondite?, o, mucho mejor dicho: ¿tanto miedo tenemos a mostrarnos... ¡tal como somos!?, buscamos artificialidades sin ton ni son constantemente, nos gustan las cosas sintéticas, pero con raíz carbonada, quizá este sea el ideal de hoy día, parecerse cada vez más a cualquier polímero de cadena carbonada perfectamente conocida sin imperfecciones (que no perfecta), pero se nos escapa que todos los polímeros tienen una estructura amorfa, es decir, no tienen una estructura perfectamente ordenada y cristalina, al igual no pasa a nosotros.

Y es que nos encanta el plástico, lo usamos para todo, desde para transportar objetos, a usarlo como recipiente, incluso para implantárnoslo en nuestro quejumbroso cuerpo, si bien a más de uno parezca que ya se lo implantaron también en la mente, y, como el plástico, nosotros somos de varios tipos, los hay termoestables, que les dan una forma predefinida y, luego, cuando dejamos enfriar, se quedan con ella, en este aspecto destacan lo que vulgarmente podríamos decir "plásticos duros", utilizados para contener sustancias que ni ellos mismos saben que son, simplemente, sirven como un mero recipiente, y por otro lado están los termolábiles, o "plásticos blanditos", estos son, por ejemplo, las bolsas de plástico, que, si las calentamos, arden y se desintegran en forma de dióxido de carbono y agua sin ningún remedio, estos son mucho más peligrosos, ya que estos pueden cambiar de forma y adaptarse a lo que quieren pegarse, y son tan peligrosos que pueden llegar a asfixiar a su huésped, si no, mirad en el fondo de la bolsa, todas tienen la misma advertencia, "cuidado, esto asfixia"; cosa que no pasa con los termoestables, ya que, por lo menos ellos hacen que el contenido se adapte a ellos, en mayor o menor medida.

En fin, yo prefiero seguir con mi cadena carbonada imperfecta, mis múltiples reacciones y mis vitaminas y hormonas flotando por todo mi ser, y por su sinfín de sustancias en constante caos y en constante armonía, espero, al menos, no caer en colapso debido a que ni mi cuerpo sepa que hacer con tanta cosa.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

La señora espátula y el señor boli

Aquí ando, agobiado por los exámenes, así os voy a poner lo que he estado haciendo esta tarde, para cambiar un poco de tercio:

Resulta que la señora Espátula y el señor Boli estaban discutiendo sobre la carga de trabajo a la que están siendo sometidos últimamente, y claro, han llegado a una conclusión tan filosófica como mística, ahí os la dejo:



PD: Las clases de Relaciones en el Entorno Laboral (también conocidas como RET) son una mierda como el sombrero de un picador

martes, 20 de noviembre de 2007

Madurando

Los días han ido pasando y van pasando, aparentemente sin rumbo fijo, pero, tan sólo, aparentemente, las horas se agolpan a mi alrededor luchando por entrar en mi, no se dan cuenta las pobres que hay espacio para todas; dentro de mi hay mucho espacio hueco, aún, y es que, claro, ese espacio luego lo necesitaré para llenarlo de cosas de las que no me podré desprender fácilmente, a eso me parece que le llaman madurar, aunque hay gente que tan sólo se dedica a almacenar las horas y las horas en sus huecos cuerpos, y, cuando tienen tantas dentro de sí que se sienten pesados, se autoproclaman maduros, está claro que se quedaron a la mitad del cuento, nadie les dijo que las horas hay que expulsarlas por otro orificio paulatinamente para que quepan cosas ligeras e importantes, y; sobre todo, diversas, además, nuestro propio interior es un almacén extraordinario, puede caber cualquier cosa dentro, si bien hay que tener cuidado de no poner en contacto dos cosas que sean demasiado reactivas, pues podríamos explotar como los bichos de los dibujos animados y dejar la estancia perdida de vísceras.

Una técnica para que esto no suceda es poner aquello que es altamente reactivo rodeado de otros que sean, en principio, inertes, para, si explota, amortiguar el golpe, pero para esto hay que ser más ordenado, además, la reactividad de las cosas varía según a las condiciones de uso, es decir, algo tan inerte como un roce con un dedo, en determinadas circunstancias puede hacer que te derrumbes y te rompas en mil pedazos; con lo cual para que esta técnica funcione hay que mirar muy bien los reactivos de los que disponemos en nuestro almacén.

Pero, si os digo la verdad, yo prefiero amontonarlo todo sin ningún orden ni concierto, ya sabéis que me identifico plenamente con la teoría del Caos, pero eso, otro día os lo contaré, y claro, así me pasa, luego resulta que hay debajo de un gran peso cosas muy frágiles que al final, inexorablemente, se rompen, que amontono aleatoriamente objetos contrapuestos que tienden a provocar deflagraciones internas; pero, por otro lado, esta es la única opción de madurar, experimentar que ocurre en determinadas situaciones con diferentes reactivos, para ir pudiendo expulsar las horas y llenarlas de otras cosas, como dije antes, más ligeras, y así no perder ligereza y convertirme en un caballero andante con armadura recia y movimiento extremadamente lento, porque, ¿de que sirve la mejor de tus protecciones, si, para usarla, no te puedes ni mover?, te darán caza de la manera más sencilla, valdrá con una cuerda y un lazo, y ya te tendrán, por eso yo opto por la ligereza de pies y la agilidad de mente, en vez de por la pesadez, si bien, no se debe confundir gravedad con pesadez, es decir, una persona sometida a una gravedad pequeña puede sentir una pesadez tremenda y no poder moverse, si bien, otra expuesta a una gravedad intensa puede sentirse y ser ágil como un gato.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Sólo para conductores

Hoy cambio de tercio, hoy os voy a contar la odisea que es ir a Madrid en coche cada vez que me lo propongo, y digo odisea por no decir putada, atended muchachada, y eso que nada más os voy a contar el camino de vuelta, si no me extendería en el espacio y en el tiempo hasta el infinito (y más allá que diría Buzz Light Year)

Bueno, salimos del cole, esta parte es tranquila, hasta que, inexorablemente, llegamos a la autopista, ese gran y bonito lugar que a veces parece más ancho que largo (¡cuatro carriles que nos han puesto señora!, como cuatro soles mañaneros), total, ya la entrada es un poco odisea, ya que tenemos un "carril de aceleración" tal que tu vienes de una curva cerrada, vamos, a unos 40 km/h si no quieres acabar contra un pino, y en unos 100 metros tienes que incorporarte a ese monstruo llamado A-6, osea que tienes dos opciones, o dejar bien limpitos los inyectores dando un acelerón que se cague la perra o no salir en la vida, y, como uno no es Matusalén, no puede quedarse uno 600 años esperando a que alguien le deje pasar; total, misión número 1: inyectores relucientes.

Muy bien chavalote, ya estás en la autopista, ahora toca pegarte, literalmente, con el resto de alimañas al volante, no esperes que NADIE mire al retrovisor ni de intermitentes para cambiar de carril, total, ellos ya saben hacia donde van, así que, ¿para qué van a avisar?, cada uno a lo suyo, y, aquí viene lo realmente cojonudo, os pongo en razón: hay cuatro carriles, y la entrada del carril BUS-VAO está tras una incorporación por el carril izquierdo, así pues, lo racional sería ponerse en el carril izquierdo e ir entrando a una velocidad prudencial, con lo cual el tráfico se mantendría fluido, pero yo que soy muy avispado me he dado cuenta del plan de ataque enemigo, que es el siguiente: aguanta en uno de los carriles centrales todo lo que puedas, para, una vez que estés a 10 metros de la incorporación, meterte a la hostiaputa dando un volantazo, y, si se pone alguien por delante, pues mira, que se ponga. Resultado: 4 km de atasco detrás sin que nadie sepa por qué ha pasado.

Cojonudo, estás en el BUS-VAO, aquí todo transcurre con cierta normalidad, mucho dominguero suelto, con el que tener cuidado, pero vamos, sin más incidentes (aunque podría haberlos habido)

Aquí viene la parte buena, una vez se acaba el carril de la Pax Romana, anteriormente conocido como BUS-VAO, ahí estás, en la jungla otra vez, aquí si que he flipado mandarinas, he visto a un mercedes mátricula FKD o algo así, total, de ayer por la tarde, un clase E (aproximadamente 8 o 10 millones de pesetas, que en euros me lío), con sus 200 burros, en el carril central a la increíble velocidad de.... 70 km/h (eso sí, el tío estaba sólo, con el viento a favor y una distancia de seguridad de unos 500 metros con el vehículo que le precedía), pero sin duda le sobrepasaba el individuo que a continuación enumero: un ser, de unos 25 años, con su camisa y su chaqueta colgada para que no se le arrugara colgada en la ventanilla, con un coche medianamente nuevo, a 80 km/h por el carril central, ataviado para la conducción con una prenda imprescindible para la conducción, estoy hablando amigos.... ¡¡del chaleco fluorescente amarillo!!, sí pequeños, sí, iba conduciendo con eso (además de con su cara de besugo, claro), bueno, ya que estoy os pongo el podium, en el tercer lugar un dueto a la par soplapollas como atontados (según los últimos estudios confirman que eran más tontos que afilamazas y más desgraciados que arrastrabaúles), dos personajes, montados en una moto de 125 cc, que iban haciendo zig-zag delante de los coches (deber ser que cada uno que adelantaban tenían que cambiar de carril), que, cada vez que adelantaban a cualquier vehículo, el mangurrián que iba detrás de los dos, se sentía con la obligación de girarse, y enseñarle el dedo índice (sí, ni siquiera en corazón, el índice, como hace mi abuelita), mientras tensaba tanto el brazo que le vibraba de la emoción... ahí queda eso...

En fin, para salir flotando, y eso son tan sólo los 3 más tontos, pero no os creeríais la cantidad que hay en la A-6 TODOS los días (debe ser que la autopista esta debe ser dominio del gran San Inútil, esa gran santidad que obra constantemente).

El balance final no ha estado del todo mal; he llegado vivo a casa, sano, entero, y con un dolor de cabeza para cagarse entero, eso sí, en la letra pequeña del balance lo de siempre en esa carretera, 2-3 posible accidentes claros, y unos 5 sustos, y eso que son 35 km de mierda...

Así que no olvidéis, si os vais a aventurar en esta gran carretera, dominio de domingueros, mangurrianes y muerdealmohadas, no olvidéis ir a visitar a San Inútil antes, y que os bendiga, pero bien bendecidos, por lo que puede pasar.

jueves, 15 de noviembre de 2007

(Im)prescindible

Nadie es imprescindible, nada es imprescindible, por más que nos empecinemos en creerlo, y en elevar a grado de divinidad lo que creemos que no nos podemos desprender, no sirve de nada, una y otra vez abofetean la mejilla de la prescindibilad, y cuanto más nos la abofetean, más nos empecinamos en volver a creer en lo imprescindible.

Es más, ¿qué es lo imprescindible?, pues tan sencillo, como de lo que no nos podemos desprender sin dejar algo de nosotros por el camino. Cada uno tiene algo o alguien al que lo considera así, por uno u otro motivo, pero, aquello que creías imprescindible, cuando te es arrebatado, resulta que tu sigues ahí, tal como antes, jodido, eso sí, pero ahí estás, tal y como antes, sin ningún cambio, aparente o real. Tratad de ver la vida sin algo a priori imprescindible, por ejemplo, vuestros padres, vuestros hermanos, vuestra familia entera, vuestra pareja, vuestros hijos, o aquel objeto o pertenencia de la que estás más orgulloso...

Pues bien, todo eso que se te ha pasado por la mente, antes o después, lo perderás, en unas circunstancias u otras, y, ¿cambiarás?, para nada, lo único que harás será reafirmarte, a lo sumo, o permanecer impasible con cara de bobo durante un tiempo determinado, pero, dentro de ti, absolutamente nada habrá cambiado, no habrás cambiado absolutamente nada, más que, claro, tu propia evolución en la vida, esos pequeños cambios que vamos introduciendo día a día en nuestras existencias.

Y es que, el sentido de pertenencia, es tan... como decirlo sin resultar tosco... "sutil", podría ser la palabra, tal que, anhelamos con todo nuestro espíritu algo (ya sea una acción, objeto o persona, porque sí, amigos, todos anhelamos personas, y su pertenencia, aunque a todos nos cueste asumir utilitarizar un ser humano), y, una vez que conseguimos esa meta propuesta, eso con lo que tanto anhelábamos, pues ale, se rompe la magia y se va todo al traste, o a la mierda, según los ojos que lo miren, o si no vemos que esa supuesta perfección que teníamos presupuesta viendo el objeto de anhelo de lejos, resulta que al mirarlo de cerca no es más que un monstruo horrendo y deforme, o, simplemente, es algo normal, vulgar, o incluso no es más que "algo excepcional, pero no todo lo perfecto que nos imaginábamos", así pues, aquí hay varias opciones, o bien está la consabida oración de "se ha roto la magia", que en realidad, lo que significa es, "te conozco más de lo que hubiera deseado, y, la verdad, ya no me gusta", también cabe la opción de desechar directamente ese objeto de anhelo, y tirarlo a un charco enlodado y olvidado, y, la otra opción, es, según hemos alcanzado lo anhelado, sin pararnos siquiera, fijar nuestra mirada ávida de anhelos que ya ese objeto no nos puede reportar, y fijarlo en otro objeto que esté muy lejos de nosotros (en este punto son muy socorridos los contrapuestos).

Para mitigar este síndrome se me han ocurrido varias soluciones, la primera, y, a priori más sencilla, es, simplemente, marcarnos como objeto de anhelo algo que en realidad no nos importe para nada, o si no, bajar la meta hasta tal punto que sea insignificante y vayamos de un lado para otro hasta que inexorablemente el aburrimiento de andar corriendo como tontos haya mella.

O bien, visto lo visto, ya que todo lo que nos parece importante y anhelamos, lo vamos a acabar, en la mayoría de los casos, tirándolo bien lejos nosotros mismos, o perdiéndolo en las maniobras más toscas y burdas de la Historia Universal, la otra solución es, una de las famosas leyes de Murphy, que a continuación cito "no hay nada en la vida que importe mucho, y muy pocas cosas que importen algo", y en realidad, así es, tan sólo hay que transvalorar un poco los valores, cambiar el eje de coordenadas, y así la ecuación será terriblemente sencilla.

Así pues ya sabéis, pasad a coordenadas polares, cambiad los ejes, dar la vuelta al papel, o, directamente, levantaos del escritorio e iros a por algo de beber a la nevera, que total, todo lo que se anhela, se pierde, mejor es no sentirse dueño de nada que no sea realmente tuyo (véase cuerpo, mente, conocimiento, sensaciones, emociones, y un larguísimo etcétera), así nunca podrán quitarte nada, y de verdad te sentirás completo, porque serás completo, único, indivisible, como cualquier partícula elemental, serás tú y sólo tú tu única unidad formadora, sin tener que recurrir a estúpidos complementos, que ya se sabe, todos los complementos pasan de moda, pero, en mi caso al menos, la moda pasa de mí.

martes, 13 de noviembre de 2007

Veneno

Quizás sea veneno, o quizás me haya convertido en veneno a lo largo del tiempo, quizá me lo haya ido guardando el veneno durante tanto tiempo que ahora corre y fluye por mis venas y no sólo en mis colmillos, quizá mi lengua bífida y viperina no sea más que un señuelo para que te acerques con paso sigiloso a la espera de ser mordido, o tan sólo puede que quizá sea fruto del Azar sin más que hayamos coincidido en espacio y tiempo, el caso es que aquí estamos, paralizados, mirándonos a los ojos sin poder pestañear, sintiendo las vibraciones de nuestros cuerpos que nos son comunicadas por el terreno que nos rodea, el viento se calla para hacernos oír nuestros propios latidos y compararlos mutuamente, para quedarnos fascinados el uno con el otro, para sentir el pánico y el amor que expelimos en este preciso momento, no corras, no hagas que se rompa este momento tan preciado, pues ya nunca volverá, la próxima vez, no será como esta, ni mucho menos, será todo más frío, más distante, aunque nos rocemos como el rocío roza las hojas marchitas del otoño, como el río acaricia las piedras que arrastra a su paso, ya nada será lo mismo, ni parecido, ni siquiera será contrapuesto, será tan sólo... distinto, todos los puntos de unión se romperán y harán caer la estructura sin más, sin ningún orden, y tampoco sumidas en ningún caos, simplemente caerán vulgarmente, como cae un tronco después de ser cortado, y no como caen las hojas mecidas por el viento, ay, si que son importantes las formas, sí...

Te estaba hablando de veneno, ¿verdad?; en realidad, poco importa que te muerda o que sea yo el mordido, ya te dije que en mis venas la sangre se ha ido gradualmente cambiando por este líquido que en los dibujos animados lo pintan de verde humeante, ¿a qué en la realidad no es tan desagradable?, ten cuidado, es peor que una droga, siempre que la dosis sea correcta, claro está... Ven conmigo y naufraga junto a mi en mi mente, déjate llevar, aunque el viento sea fuerte y las aguas bravas; ya verás como ahora, cuando salgamos, sabrás mucho más de tempestades, de lluvias y; por fin, comprenderás lo que es una nube negra, negra de verdad, tan negra que la boca del lobo te parecerá un neón luminoso de colores horteras.

¿Cómo?, ¿ya te vas?, ale, ve, ve y cuéntales quién es el del veneno, y quien es la serpiente, no te dejes ningún detalle, no me gustaría tener que bajar a repetirlo donde la tierra y la hierba se convierten en hormigón y asfalto, me rasga mi delicada piel y me irrita la mente, a ver si hay otro algo más osado que tu que pueda aguantarme durante al menos 5 minutos sin tener que decirme nada, simplemente, contemplándome...

Y, evidentemente, desapareció sin más dejándome otra vez en la más serena soledad y la más buscada felicidad, al menos, durante un tiempo.

lunes, 12 de noviembre de 2007

No, no eres mi motor, ni mi vida, eso sería muy egoísta por mi parte, ya se me pasó la época post-adolescente de dejar mis responsabilidades a otra persona que no fuera yo; la época del bushi que da su vida por su amo, sin rechistar y sin pedir explicaciones, esa vida ya me fue quitada y enterrada, han crecido bonitas flores justo encima de ella, ya se sabe que no hay mejor sustrato como un alma antigua, como un cuerpo antiguo, dispuesto para convertirse en abono y regalar la vida que le queda.

No, tampoco eres mi Sol, más bien eres mi luna, ya que no necesito que nadie me alumbre durante el día, ni calor en las horas más calurosas, tan sólo necesito un rayo de luz que filtre por una nube en una noche cerrada, en la que haya tanta niebla que ni yo mismo pueda alumbrar mi camino, no necesito una lámpara halógena, tan sólo un tenue rayo que a su contacto me abrase la piel según me recorre plácidamente, impidiendo que mis huesos se congelen y mis músculos se tensen tanto por causa del frío que lleguen a romperse.

No, tampoco eres mi sangre, ni mi corazón, eres mucho más que eso, eres mi adrenalina, eres mis endorfinas, eres quien descontrola mis hormonas por mi torrente sanguíneo, quien cada vez que me mira hace una revolución en mis venas, ya que sin ti la vida sigue, pero de una forma mucho más burda, superficial y aburrida, eres quien da golpes de estado en mi razón y en mis sentimientos, con alegre inocencia rompes y cambias la voluntad de mis días.

Eres, unas de las poquísimas personas que puede mirarme a los ojos y zambullirte en mis profundidades sin pasar frío, en saber lo que se me pasa por la cabeza y en adivinar mis sentimientos, y que todo esto no me produzca ningún temor, si no admiración; cuando me miras me escrutas con una tierna inocencia que no puede hacer otra cosa que abrir más mi mente y mis entrañas hasta que no dan más de sí, tensándose hasta el infinito, para que puedas llegar dentro, más adentro.

Eres quien puede ocultar mis astros con una nube tan pequeña que no pueda ni soltar dos gotas de lluvia, quien puede provocar un aguacero en un día soleado, y quien puede disipar las nubes con un simple chasquido de dedos, quien puede hacer las distancias que nos separan tan largas o tan cortas como quiera, quien hace que cada segundo que pase sea eterno, o cada eternidad se convierta en un simple pestañeo.

Eres quien me ha vuelto a dar serenidad y has vuelto clara y limpia un agua enlodada, has conseguido que, a voluntad propia, los muebles caídos en un cerebro se organicen de manera armoniosa y restaurada, y se sigan llenando de libros, anotaciones, y papeles perdidos, quien consigue que me olvide del tiempo y del suelo que piso, quien consigue que me piedra en oscuros laberintos a la búsqueda del Minotauro sin ni siquiera la ayuda de un cordel, y que esté deseoso de que aparezca en cualquier esquina, para medirme con él a puño descubierto y pies descalzos, quien hace que me mire cada mañana y vea algo más que la imagen virtual de una cara de besugo en una lámina de vidrio.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Cosas que no hacer en Euskalherría

Como alguno sabrá, pasé el último puente en Gasteiz, ciudad dotada a partes iguales de encanto y de obras (para que os hagáis una idea, toda la ciudad, y digo TODA está de obras, eso sí, también TODA la ciudad está llena de encanto), en fin, cosas que no hay que hacer

- No hacer: según llegas a Gasteiz, al aparcar el coche, tener esta conversación en voz medianamente alta:
- ¿Nos acordaremos de donde hemos dejado el coche?
- Claro, está cerca, de todas maneras, tu eres la de los planos, que para eso estás con la cartografía y yo hago las bombas incendiarias, que para eso soy el químico.
Y al levantar la cabeza vi como pasaba por delante de nosotros una moto de la Policía Nacional (ese gran cuerpo), a 2 por hora, y el tío con la visera del casco levantada y mirándonos...

Total, menos mal que no sé euskera, que si no ya dormimos calientes la primera noche...

- No hacer: Hacer caso a las señales de indicación, ¡ojo!, ¡¡aunque estén en castellano!!, es mucho mejor ir a la aventura, de repente vas por la autopista, te cambian las señales de carril, para luego devolverte al mismo en el que estabas tan feliz, Gasteiz desaparece literalmente de las indicaciones, me explico, tu vas por la carretera, y te pone: Vitoria (sur) en el carril derecho, y Vitoria, en el central, a su vez en el izquierdo, pone Bilbao, Logroño.
Pues bien, pasados 500 metros, se convierte en una bifurcación en la que el carril derecho va a Vitoria y los otros dos siguen a Bilbao (debe ser que Vitoria nada más tiene sur, ¡no tiene norte ni este ni oeste ni nada!)
Además, otra cosa de las buenas, buenas, que tienen los vascos es la siguiente: los carriles de aceleración y deceleración no existen, y cuando digo no existen no es que te den 100 metritos para ir tirando, digo no existen, es decir, sales de la autopista a 120, y en una curva abierta a modo de incorporación a la vía que va ya hacia Gasteiz, de repente, justo después de un cambio de rasante pone pintado un ceda el paso que ves con 5 metros de antelación, sin señal vial, y, justo ahí, está la carretera que te lleva directito a Gasteiz (menos mal que no venía nadie, si no nos vamos los dos pegados).

- No hacer: meterte en una Herriko taberna así a las bravas, aunque sea a una hora prudencial, después de cenar...

En fin, ya cuento la historia, nos metimos en el típico bar normal, mundialmente conocido como bar de viejos, muy normalito, hasta que cuando vamos a pedir vemos que eso tenía pegatinas con el mapa de Euskadi y las flechitas ese del presoak no se qué, tenía su hucha y todo para colaborar, empezó a entrar gente la cual, cada persona, llevaba un emblema de euskadi, o una bandera, o una camiseta, o la camiseta del Eibar y demás.
La música que sonaba al principio era el típico rock euskera en plan Piperrak que suelen poner por allí, a mi ya me empezó a mosquear un poco cuando cambiaron al rollo de los cantautores vascos, visto el ambiente que se respiraba, pero al rato, aquí el punto álgido, entraron 4 skinetos rapaos, con su sudadera que ponía claramente con letras grandes "skinhead", sus gorritas y sus pendientes y colgajos, a ver el partido de fútbol, vaya tela, menos mal que nos camuflamos (de algo me tenía que servir la melena...) hasta que llegaron los guías...
En fin, mi primera Herriko taberna, de Fisher Price

Eso sí, aunque no sepan de señales no veas lo que saben de comida los euskaldunos... vaya bollos hacen, para tener una hemorragia de placer... además suena rock o metal en su defecto en casi todos los bares; total, ¿qué más se puede pedir?, chocolate y poder de la espada, ¡la combinación perfecta!

Total, conclusión: los vascos saben de señales exactamente el doble de nada, es decir, nada de nada, pero sin embargo eso lo suplen con un talento para la gastronomía que lo flipas, total, ¡qué hay que ir más para el norte!, además no te puedes aburrir con tantas cosas por hacer, y por pasar...

lunes, 5 de noviembre de 2007

Piedrecita

Aquí estoy, de vuelta, vuelvo del paraíso donde los días son nublados por fuera, pero soleados y abrasadores por dentro, como los kinder sorpresa, pero sin muñequito desmontable, tan sólo una única y maciza piedrecita plateada. Esta piedrecita encierra algo de mágico, la han roto mil veces, y se ha recompuesto ella sola mil y una veces; eso sí, nunca quedando igual que la vez anterior. Esta pequeña piedrecita se mueve, se agita, evoluciona y cambia a su antojo, guarda mucha vida en su interior, normalmente se encuentra en un sitio protegido, suele ser dentro de las costillas, pero hay veces que lucha por salir, golpeándolas; otras veces sube hasta el cerebro y trata de imponer su ley, puede ir recorriendo cada trozo del cuerpo e ir provocando la revolución adonde quiera que va.

Aún siendo aparentemente el motor que hace que el cuerpo se mueva, armoniosa o caóticamente, muchas veces echamos en falta un rato de calma, un remanso de paz que hasta nos hace olvidar que la piedrecita está ahí metida, dando vueltas, como centrifuga una lavadora; otras veces dejamos de notarla cuando más se está moviendo, pues entramos en tal éxtasis (no confundir con las pastillas multicolores, nuevas generaciones) que hace que nos olvidemos hasta del suelo que pisamos, y del cielo que anhelamos, todo desaparece menos una única cosa, que refulge con una luz tan nítida que hace que tus pupilas se encojan hasta hacerlas desaparecer momentáneamente.

No sé que tendrá esta piedrecita, que parece pertenecer al reino de lo inanimado, y resulta irradiar vida, cambio, tempestades, calma y lozana paz, tan pronto una cosa como la otra; y lo peor no es eso, lo peor es que, al no ser parte de nuestra masa carbonada, no podemos controlarlo, tiene voluntad y vida propia, porque sí, para esta piedrecita no existe la envida, tan sólo la fuerza de voluntad mayor o menor, así que lo mejor es simplemente dejarse llevar, dejar que tome el control y que nos guíe en esta senda de sombra, con su faro sereno y su recia decisión, aún a cuenta de que podemos despeñarnos en cualquier momento.

Pero no todo iban a ser pros, también, como todo, tiene una contrapartida, y, teniendo tantas cosas buenas, lo normal sería que tuviera del mismo modo una contrapartida enorme, y; la verdad es que lo tiene, incluso más de lo que podamos imaginar, ya que, a menudo, tenemos por costumbre dar esta piedrecita que se aloja dentro de nosotros a modo de regalo a quien más queremos, craso error, por partida doble, veáse:

- Primero, y fundamental, hay que ser pudoroso al regalar, mucho más que al recibir regalos, ¿cómo se nos ocurre regalar lo más complicado a otra persona y tener alguna esperanza en que esa persona entienda lo que ni nosotros mismos entendemos?.

- Y segundo: sacar algo de nuestro propio cuerpo, nuestro motor de vida, y ponerlo en una cajita aterciopelada para que otro cuide de él, no sé a vosotros, pero a mi me vienen a la cabeza dos ideas, una es la de un entierro, y otra la de una extirpación, y, ¡qué queréis que os diga!, no me parece que un entierro o una extirpación de nosotros mismos sea un regalo de buen gusto.

Así pues cuidad vuestra piedrecita vosotros mismos, que, aunque la entendáis poco, sois los que más contacto tenéis con ella, y si no, dejaos llevar, pero tened en cuenta que es vuestra y sólo vuestra, y vuestro es el poder para hacerlo añicos, o para hacerlo tenaz como el acero, en definitiva, es algo tuyo, y sólo tuyo, y no debe ser absolutamente de nadie, nadie más.

viernes, 2 de noviembre de 2007

De puente a puente

Saludos muchachada, me voy de puente, así que para no dejaros solos y abandonados a vuestra suerte (los pocos que quedéis) ahí os dejo algo para reflexionar:

¿No implica la divinidad misma la existencia de dioses, pero no de Dios?

¿No es acaso necesario, por concepto, la existencia de perfecciones, pero no de la perfección?

¿No es necesario la existencia de ideales, pero no de Ideal?

El que tenga oídos, oiga...