Todos buscamos la armonía a partir del orden, y es que, la historia del ser humano, es el empecinamiento de poner un orden dentro del caos, de clasificar y normalizar estados que, por su propia naturaleza son imperfectos, con herramientas imprecisas, como no podía ser de otra manera viniendo de nosotros, teorizamos cualquier cosa desconocida sin fijanos de verdad lo que hay dentro de ella, ya que no tenemos sensores que midan dentro, tan profundo...
Y es que sumergidos en oscuras profundidades tan sólo nos vale nuestra intuición como herramienta, y nuestra fuerza como medio para ponerla a cabo, cualquier aparataje está de más, y no es más que un mero estorbo, esto es lo que aún nos queda por aprender, o, mejor dicho, a reaprender, ya que, en tiempos teníamos unos instintos que se perdieron en la noche de los tiempos, y, como todo el mundo sabe, las cosas más valiosas es mucho más fácil perderlas que ganarlas.
No sé a que otro bicho sobre la faz de la Tierra se le habría ocurrido, poner orden en un mundo como este, en el que nos ha tocado, queramos o no, vivir, miro a mi alrededor y veo, desde átomos chocando los unos contra los otros de la forma en que les viene en gana, aderezados de electrones girando a velocidades tan grandes que curvan el espacio-tiempo; o eso dicen, hasta un cedro creciendo de igual manera.
Y es que, si en la naturaleza no existe la línea recta, no existe el orden, ni el concierto, no manda patrón ni marinero, si no el viento que mueve las velas a su antojo, no hay sitio para la suerte, tan sólo para el azar, en definitiva, no existe la perfección, ¿por qué nos empeñamos en buscarla a toda costa?, es una lucha perdida desde que nos erguimos, aunque ahora parezca que nos empezamos a cansar de esta lucha y nos volvemos a encoger, eso sí, sin recoger lo que nos hemos ido desprendiendo paso a paso; está demasiado lejos como para ir a por ellos, o eso piensan algunos.
Y, sin embargo, como otros animales, que en algunos casos su memoria no alcanza los tres segundos (y no me vale lo de: conozco a personas así), sienten la armonía, la intuyen y la responden, a otros que son armonía en movimiento, y es que, quizá el camino no era tipificar y normalizar, si no sentir y escuchar, para poder entremezclarse con ella, nadar en sus aguas, sin miedo a ahogarse por no seguir el compás.
Y es que sumergidos en oscuras profundidades tan sólo nos vale nuestra intuición como herramienta, y nuestra fuerza como medio para ponerla a cabo, cualquier aparataje está de más, y no es más que un mero estorbo, esto es lo que aún nos queda por aprender, o, mejor dicho, a reaprender, ya que, en tiempos teníamos unos instintos que se perdieron en la noche de los tiempos, y, como todo el mundo sabe, las cosas más valiosas es mucho más fácil perderlas que ganarlas.
No sé a que otro bicho sobre la faz de la Tierra se le habría ocurrido, poner orden en un mundo como este, en el que nos ha tocado, queramos o no, vivir, miro a mi alrededor y veo, desde átomos chocando los unos contra los otros de la forma en que les viene en gana, aderezados de electrones girando a velocidades tan grandes que curvan el espacio-tiempo; o eso dicen, hasta un cedro creciendo de igual manera.
Y es que, si en la naturaleza no existe la línea recta, no existe el orden, ni el concierto, no manda patrón ni marinero, si no el viento que mueve las velas a su antojo, no hay sitio para la suerte, tan sólo para el azar, en definitiva, no existe la perfección, ¿por qué nos empeñamos en buscarla a toda costa?, es una lucha perdida desde que nos erguimos, aunque ahora parezca que nos empezamos a cansar de esta lucha y nos volvemos a encoger, eso sí, sin recoger lo que nos hemos ido desprendiendo paso a paso; está demasiado lejos como para ir a por ellos, o eso piensan algunos.
Y, sin embargo, como otros animales, que en algunos casos su memoria no alcanza los tres segundos (y no me vale lo de: conozco a personas así), sienten la armonía, la intuyen y la responden, a otros que son armonía en movimiento, y es que, quizá el camino no era tipificar y normalizar, si no sentir y escuchar, para poder entremezclarse con ella, nadar en sus aguas, sin miedo a ahogarse por no seguir el compás.
4 Deja tu comentario, no cobro ;):
¿Y no te parece que el sólo hecho de planteártelo es ya una forma de intentar armonizarlo, alcanzarlo y comprenderlo, en lugar de dejarlo estar?
Me temo que nuestra imperfección como especie la llevamos y la llevaremos a cuestas siempre. De ahí, a veces se crea luz y otras oscuros demonios.
Un saludo.
Ni mucho menos, eso lo veo como el "quiero y no puedo", plantearse las cosas, es tan sólo planteárselas, para alcanzarlas, se necesita infinitamente más esfuerzo, en definitiva, planteárselo, no es nada más que el primer paso, de una carrera muy, muy larga, creo que está sobreestimado.
Lo de la memoria no es una ventaja. El mero hecho de escribir lo que escribes requiere memoria a corto plazo.
Con lo demás puedo estar medianamente de acuerdo, salvo en otra cosa sin importancia: ni siquiera en la naturaleza existe tal armonía.
La búsqueda de la perfección tiene dos valores:uno el de joderte eternamente buscando algo que nunca encontrarás, y el otro el de ser cada vez mejor.
Yo me quedo con el segundo. La parálisis de los peces me parece un tanto aburrida, no sé.
¡Saludines!
Uix reina, nunca subestimes a los peces, que mira que luego se meten en el horno y quedan buenísimos :P
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