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jueves, 26 de julio de 2007

Dicen que soy un soñador, no creo que eso sea cierto, más bien me considero una persona con los pies anclados en el suelo, si bien no paro de mirar alrededor mía, arriba y, por supuesto, abajo; de esta forma, mientras la gente va caminando por la calle fijándose en la gente que viene y va, yo, sin quererlo fijo mi mirada en objetos, la mayor parte de las veces, inanimados, me doy cuenta de cosas que el resto del mundo ignora, un buzón de correos corroído por el salitre, una piedra en una fachada de diferente color, un insecto luchando por sobrevivir contra la corriente cuando se abren las puertas mecánicas...

Mi felicidad consiste en cosas pequeñas, no tengo grandes planes para el futuro, ni grandes metas, eso lo dejo para más adelante, por ahora mi felicidad consiste en darme cuenta de cosas, acciones, gestos que pasan inadvertidos para la mayoría, se podría decir que soy un enamorado de las situaciones aleatorias, esas pequeñas cosas que se cruzan en tu camino.

El caso es sencillo, no se deber tener grandes metas en la vida si no te das cuenta de lo pequeño, ya que, dentro de cualquier suceso grande, está plagado de pequeños sucesos que son los que condicionan el trayecto del "gran plan", una vez aprendas a fijarte en todos esos pequeños detalles, podrás afrontar el "gran problema", podrás fijarte en las cosas grandes, además de en las pequeñas, como ya dijo Lao Tsé, un árbol tan grande que no puede abrazar un hombre nace de un pequeño brote, un viaje de mil leguas comienza con un único paso, y, lo que es más importante, si quieres algún día elevarte, antes tendrás que mirar en lo más profundo de ti, en las zonas más oscuras, aunque probablemente te horrorice.

Encuentra la felicidad y la armonía en las cosas pequeñas, maravíllate con ellas, ya habrá tiempo de grandes metas.

Mientras la mayoría sueña con volar, yo sueño con las profundidades, lo mismo por eso me llaman soñador...

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