Publicidad

miércoles, 31 de octubre de 2007

Mi mundo

Quizá voy a ser muy duro hoy, pero debo serlo, duro como el acero mi maza va a impactar contra el yunque, pobre de quien se encuentre debajo, pues van a salir chispas multicolores y se van a ver muescas por todas partes, hoy pienso golpear con fuerza, me siento con la obligación de hacerlo, y sobre todo, con las ganas:

Mi mundo está creado por un número limitado de personas, unas 50 a lo sumo, y ya estoy haciendo el cálculo por encima, y esas personas son las que me importan, las que admiro y las que quiero, fuera de ahí, tan sólo hay caras huecas con una expresión de indiferencia, e incluso algunas sin expresión ninguna, como lienzos vacíos desfilando por delante de El Bosco, para interpretar ahí su cruda realidad a pinceladas endemoniadas, mi atención es limitada, por eso mi mundo comprende tan pocos individuos que puedo calificar como personas, que puedo demostrar con pruebas que son personas: para que tengan la atención que se merecen cada uno de ellos, el resto, los demasiados, son simplemente eso, demasiados, hordas, dotes y dotes de bípedos de lienzo vacío, gente sin más.

Por supuesto este mundo, como cualquier otro, no es invariable, las caras de mis personas van cambiando, algunas se van borrando, otras van adquiriendo carácter, otras simplemente desaparecen arrastradas por las hordas bípedas, su personalidad se ve disuelta en el mar de los gregarios, ¡todos iguales!, gritan, no puedo más que alejarme de ellos sigilosamente, y llegar hacia algún sitio donde ellos no puedan estar, ¡ay, mi montaña querida!, ¡mi refugio de sol gélido, de vientos cortantes y de aguas claras y cristalinas!, si bien, otras caras se van acercando a mi, van dibujándose en sus rostros caras armoniosas, o caras espeluznantes que van variando según el viento, algunas llegan para quedarse, otras pasan de largo.

Me he tomado la molestia de expresar un mensaje para aquellos que no tienen oídos para oír mis palabras, quizá alguno se quede sordo durante un tiempo después de oírlo, en fin, allá va: no soy yo (ni es nadie) quien tiene que solucionar más que los problemas que le atañen a uno mismo, no soy yo (ni es nadie) el que me tengo que preocupar por ti y por tus prontos, no soy yo (ni es nadie) a quien le importa como estés, o como no estés, es más, cuanto más pequeño seas, pareceré más grande cuando tenga que ponerme a tu lado, la relatividad mata, amigo, la relatividad... ¡mata!, ya sé quien dijo que las comparaciones son odiosas, ¡el que quedó por debajo!. Yo simplemente camino tranquilo, mi lago es un remanso de paz, su agua está fría, claro, pero no son muchos los que puedan mirar y ver su fondo, ver la arena negra que le da forma debajo de tanta agua, no son muchos los que puedan ni siquiera mirar y llegar a vislumbrar los peces que viven por ahí en las profundidades, para hacerse una idea de como será el fondo.

Por supuesto, mi morada está abierta a cualquier viajero que haya podido llegar hasta ella, la hospitalidad es lo primero en mi casa, algunos han llegado así y se han quedado en mi mundo hasta ahora, otros, sin embargo, venían de paso para continuar sus viajes hacia tierras lejanas, incluso ha habido los que han podido llegar para cotillear lo que hacía y lo que no, incluso a esos no puedo negarles mi hospitalidad.

sábado, 27 de octubre de 2007

De cerrojos, madera y demás cerramientos

Ayer la noche era tan clara que rivalizada con el día, se veían perfectamente todas las nubes de cielo, las calles no necesitaban alumbrado artificial, era una noche fría y limpia, al igual que el día de hoy, hay que tener un calor interior para hacerlos frente, ya empiezo a notarme como un faro más que como una masa carbonada, ya nos adentramos en los meses de oscuridad externa, y nuestra guía es nuestra propia luz, ya nos han dejado solos en el desierto para que subamos y bajemos dunas, y para que encontremos oasis o mantícoras, o para llegar al mar y decidir si vale la pena tirarse al agua y salir nadando, o si los peces son los suficientemente grandes como para pescarlos.

Y es que en esta vida pseudodemócrata es lo más parecido al "laberinto del chinotauro" del humor amarillo, me explico, lo único que tenemos delante de nosotros son puertas, unas ceden al accionar el picaporte, otras están cerradas con 14 cerrojos, y otras hay que romperlas cargando contra ellas, eso sí, hay algunas de cristal transparente, que se perfectamente lo que hay detrás (aunque de estas hay pocas), lo más corriente es que tenga un recubrimiento traslúcido que deje vislumbrar siluetas, como allá en la historia de los hombres encadenados en una cueva con una hoguera, que tan sólo podían ver sombras de ellos mismos, si bien también hay otras totalmente opacas del más fuerte acero.

Hay además una peculiaridad con las puertas transparentes y, sobre todo, con las traslúcidas, hay veces, que te parece ver algo con total claridad al otro lado, y, una vez has pasado la puerta, te das cuenta de que lo que hay más allá del umbral no tiene nada que ver con lo que mostraba el condenado vidrio... si caes en la cuenta y miras otra vez al cristal, verás una foto pegada, o un póster a lo sumo, y a eso lo llamamos apariencia.

Si bien es cierto, que como en el "laberinto del chinotauro", el echo de abrir unas puertas, cerraba otras, en principio aleatoriamente, la señorita Azar vuelve a estar presente (que nadie le llama Señora, ya que esta no se casa con nadie), además, hay veces que según abres una puerta, al cerrarse, cuan magia siniestra, esta se cierra y aparecen los 14 cerrojos que impiden regresar, algo parecido a los videojuegos antiguos, que no podías volver atrás por mucho que lo propusieras.

Además, por muy bien que te encuentres en una sala, siempre, y digo SIEMPRE te da por abrir otra puerta, a ver que hay detrás, hasta que la cagas inexorablemente, y luego te vas deambulante largo tiempo hasta que vuelves a encontrar algo que te satisfaga como antes, para volverla a cagar igual o más estrepitosamente, y es que el hombre siempre tropieza dos veces con la misma piedra, pero a algunos nos gustan los retos, y podemos tropezar indefinidamente, ya que creemos que lo importante radica en levantar las fauces del suelo.

¡Ay!, el mundo de las puertas y la cerrajería, ¿quien dijo que era aburrido?, pues seguramente alguien a quien el Azar no le haya acompañado en su busca en ni una sola puerta... es una actitud comprensible en ese caso.

¡Ah!, se me olvidaba, no hay salida para este juego de puertas, bueno sí, hay salida, pero tan sólo una y la pintan disfrazada de hellowen siempre, con sus huesitos y su hoz (debe ser que le gusta mucho el campo, el trigo y la cebada), si encontráis otra salida, tan sólo darme un toque al móvil y ya os busco.

jueves, 25 de octubre de 2007

Duro y frágil

Bueno, hoy toca hablar como ya dije, de la dureza y la fragilidad, y de por qué están relacionadas, comencemos sin más dilación (al final me va a entrar complejo de profesor)

Dureza: la dureza es la propiedad que mide, básicamente, por cuales materiales puede ser rallado y a qué materiales puede rallar algo en cuestión, hay multitud de escalas, pero, según un material se va haciendo más y más duro, su fragilidad aumenta, por ejemplo, mientras un trozo de plastelina, que es muy muy blando, si se cae al suelo absorbe el impacto, si se nos cae un diamante, que es de los trastos más duros que se conocen, se hace añicos, esto es debido a su estructura interna, cuanto más duro es un material, suele tener una estructura interior más rígida, menos deformable, sin embargo, si conseguimos por medio de un impacto deformar mínimamente esa estructura, las tensiones entre los átomos serán tan grandes que se hará pedazos, esto suele ser extrapolable a las personas, decimos que una persona es más o menos dura según su capacidad de rallar (o marcar) a otros, en definitiva, de dejar huellas por medio de la abrasión, pero, si conseguimos dar un golpe certero a esa persona, saltará por los aires como una montaña de naipes, por eso, lo duro, es frágil.

Por otro lado, hay otra propiedad que es la tenacidad, esta mide la capacidad para absorber impactos que tiene una sustancia, y, en la mayoría de los casos, es una propiedad inversamente proporcional a la dureza, es decir, a más dureza, menos tenacidad, y viceversa, lo cual también es extrapolable a las personas, todos vemos que la gente en principio más blanda, luego resulta ser la más adaptable tanto a las cosas buenas como a las cosas malas, las asimilará mejor y se adaptará a ellas, de la única forma que se puede adaptar uno, a base de hostias, cuanto más tenaz sea un material, más se deformará ante un impacto menor.

Por eso, para las ocasiones en los que una estructura va a recibir, o puede recibir un impacto, no se coloca un material duro, si no uno tenaz, como ejemplos de tenacidad, tenemos por ejemplo cualquier plástico deformable, véase polipropileno, PVC y demás.

Así, como bien dice la mayor parte de la filosofía oriental, lo blando y lo frágil ganan a lo fuerte y duro, estos últimos soportan muchos menos impactos, se hacen añicos mucho antes, además, visto en las personas, todo lo que un día es fuerte y duro, acabará siendo blando y frágil, y todo lo que nace estirado, poco a poco tiende a encogerse hasta que se arruga de tal manera que se hace irreconocible.

Por eso vale mucho más tener esa capacidad de adaptación a los golpes, sin perder nuestra estructura interna, que ir por la vida intentando dejar huella en cada objeto que se nos pone a tiro, vale mucho más ser agua, que ser diamante.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Fuego

No puedo evitarlo, es superior a mi, es ver un combustible, y un comburente, y no puedo hacer otra cosa que poner la chispa... No creáis que es fácil, es una gran responsabilidad ser el brazo ejecutor, quedarte ahí, sentado, observando como va a saltar todo por los aires y saber que vas a ser tu el que lo haga, para luego quedarte observando como todo vuela, a tu alrededor, destrozado, desbastado y astillado, como sube la temperatura hasta llegar a abrasarte la piel, notar como el sudor recorre tu frente e impregna tus ojos en tan sólo unos segundos, y quedarte contemplando las tonalidades de los rojos bailando en una danza ritual mientras los rayos ultravioleta te abofetean sin parar, algo parecido deben sentir las polillas cuando tienen delante una lámpara halógena.

En esos momentos notas cual es la función de las costillas, que el corazón y los pulmones son salgan de ahí, los notas como se aprietan contra esos barrotes e intentan forzarlos por todas partes, pero estos aguantan como el mejor de los aceros, menos mal que los órganos internos son cuerpos blanditos, si no, saldrían chispas en más de una ocasión.

Ahí me quedo, petrificado, admirando el espectáculo de luz, de color, de sensaciones, que van recorriendo todos mis sentidos sin dejarme ni siquiera entonar un mísero pensamiento mundano, ni siquiera puedo articular con ninguna parte de mi cuerpo la idea del miedo, tan sólo me relajo y disfruto del espectáculo.

¿Qué tendrá el fuego, la destrucción de viejos valores que se alzaban tan alto y tan sólidos que nos hipnotiza tanto?, para mi sin duda es la reconstrucción de los mismos, en el mismo lugar, de algo totalmente distinto, o por lo menos, contrapuesto, diferente, resurgir de las cenizas, pero supongo que cada uno tendrá un motivo distinto. O al menos, eso espero, mientras tanto aquí sigo, hipnotizado, con las pupilas dilatadas y el corazón encogido, recopilando tal cantidad de información que mi cerebro sólo es capaz de procesar pasadas unas cuantas horas, y es que, mucho puedes sacar de la forma de quemarse un valor para saber de verdad como era, no hay nada como el fuego para poner a prueba la piedra, o, lo que se pensaba que era pierda y resultó ser cartón, los valores de oro, resultaron ser de chocolate, y todo ardió y se fundió, y corrió como un torrente tibio que ni quema, ni enfría, cuesta abajo hasta encontrar un mar en el que diluirse, así voy, quemando, autentificando en cierta medida, y volviendo a construir con más rigidez y con materiales más sólidos capaces de aguantar cualquier inclemencia, y todo vuelve a empezar una vez que has construido de nuevo todo, y debes hacer la Gran Prueba...

lunes, 22 de octubre de 2007

De lunes

Fin de semana ajetreado, y otra vez el lunes se alza como una maza a la espera de que pase algo o alguien por debajo de si para, simplemente, dejarse caer con despreocupación, aún colean las ojeras y el cansancio acumulado, el dolor en las articulaciones y el remanso de Pax Romana en la cabeza, en la que las neuronas han decidido no tomar parte en ninguna decisión, por sencilla que sea. El tiempo pasa y el Sol se va alzando, describiendo bellas sombras, bañando y calentando poco a poco el mazo y proyectando una penumbra en todo lo que le rodea, ahí está él, magnífico, único y auténtico, macizo, va dejando caer su peso de forma aleatoria.

Y ahí estoy yo contemplando el mazo desde una distancia considerable, obnubilado, hipnotizado, con una cara de tonto digna de cualquier tertuliano de programa del corazón, mientras el día pasa, y ya parece que mi cuerpo empieza a responder poco a poco, por lo menos comienzo a sentir ese cansancio y ese dolor propio del esfuerzo físico que ya es casi rutinario, mientras, veo a la gente pasar con la cabeza gacha justo por debajo del Gran Mazo, sin acelerar el paso, sin menguar su ritmo, totalmente indiferentes, y claro; ¡plaf!, otro chafado, yo creo que es cuestión de actitud, el lunes está ahí para poner las cosas en su sitio tan sólo, para aplastar a los que gritan desde dentro, con una sorda y profunda voz, ¡¡a mi, a mi, no quiero otra semana más!!, y claro; ¡plaf!.

Así que me decido y, sí, voy a pasar por debajo suya, ¡a ver que pasa!, me pongo a la fila y espero, y, una vez allí veo cosas sin igual, veo un montón de caras sin ningún tipo de expresión, seres mitad humano mitad piedra, los hay de muchos tipos, veo gente que tiene un parecido increíble con las arcillas, impermeables pero, tan frágiles; hay otros que tienen los puntitos propios del granito, del mármol, a estos se les puede tallar si hay tiempo y ganas suficientes de casi cualquier forma, eso sí, para que quede algo bonito las manos del artesano deben ser hábiles; así luego pasa lo que pasa, que todo el mérito es para el artesano, y la obra del mismo se vuelve una celosa incomprendida, se pregunta: si yo soy lo bello, ¿por qué el mérito es de el que me hizo?.

Ya se va acercando el momento, ahí está el mazo, ¡cuánto trabajo tiene el pobre!, voy a ver si le quito un poco. Es mi turno, miro hacia arriba según me aproximo, y vuelvo a poner cara de idiota, ¡qué grande es!, ¡qué sombra más fría da!, ahí voy, con cara de tonto y con una felicidad aún más tonta, una vez estoy abajo, espero... no pasa nada.... sigue sin pasar... los de la fila se empiezan a impacientar...

Miro hacia arriba, y ahí está el Gran Mazo, y ahí estoy yo... hasta que me canso y sigo adelante, ¿se le habrá acabado la batería?, doy un par de pasos, me alejo de él y pasa el siguiente... noto que el suelo se mueve bajo mis pies, me doy la vuelta y ahí está, otra vez a lo suyo...

Lo dicho, el Gran Mazo tiene un trabajo agotador, además de que no tiene que ser muy gratificante, a ver si quedo con él y nos vamos cuando termine a tomarnos un piscolabis por ahí...

sábado, 20 de octubre de 2007

Desde dentro

Últimamente ni mi cuerpo ni mi mente se rigen por las constantes físicas tangibles y medibles de siempre, caprichosamente cambia de escala y de unidades a fin de desesperar al mar mismo que me mire, además estas cambian sin ningún orden ni concierto, sin ninguna programación predefinida, no sé si se estarán intentando ajustar las unas a las otras o si no es más que una creación improvisada al más puro estilo jazzman.

Y es que ahora creo que he pasado del equilibrio dinámico a la zona de no equilibrio directamente, en una montaña rusa parece que estoy, subiendo, bajando, y tomando curvas aparentemente sin control, pero con todos los sistemas de seguridad activados, léase ESP, ABS, espero tener una cabeza digna de las cinco estrellas EuroNCAP...

Pero lo peor no es eso, lo que realmente me asusta es que mientras desde fuera parezco un bicho sin control danzando por las tres dimensiones, pero en mi mente está todo controlado, cada detalle, ajustado al más ínfimo micrómetro, todo atado y bien atado. Si bien ahora fluyo al ritmo de mis hormonas, mis bioritmos han sido alterados por un sinfin de enzimas y proteínas conjuntas bailando la danza de la lluvia, es más, podría afirmar que en este momento ha habido una revolución y mi tiroides ha sido colonizada por estos aminoácidos, sin embargo, mi mente se presenta más lúcida y clara que nunca, transparente en todo su ser, sin una manchita por la que ponerle una pega, sé lo que quiero, y, lo que es más importante, sé lo que no quiero, y no titubeo en mostrarlo, mi frente se ha convertido en un escaparate de metacrilato, que deja ver lo que hay dentro, pero es casi irrompible, por lo que es muy difícil que entren influencias externas. Mi hipotálamo está resplandeciente, y como una luz interior alumbra, además ha construido un sistema de farolas por todas mis autopistas neuronales, parece ser que estoy enfrascado en una gran obra faraónica, pero no veo pintadas líneas amarillas en el suelo que hagan aflojar la velocidad, es más, los radares los han retirado de los postes indicadores, hay vía libre en una carretera recta y ancha...

Creo que por eso mis ojos brillan y mis pies se mueven sin preguntar a mi cerebro hacia donde, saben el camino y, simplemente, lo hacen sin más, como dijeron muchos sabios en la antigüedad, del caos surge la gran armonía...

viernes, 19 de octubre de 2007

Oscuro

Cambio de tercio, otra día otoñal se torna en veraniego, ¿dónde se habrá escondido la lluvia?, mira que se empeña en jugar al escondite conmigo, ¿dónde está el frío?, ¿tanto miedo me tiene?, me siento en el suelo, alejado del camino, entre dos árboles, con mis piernas cruzadas a esperarles, en principio tengo tiempo, ¿pero cuánto tiempo más quieren?, estoy aburrido de este Agosto sostenido, quiero mi ración de oscuridad, y la quiero ya.

De repente el mundo se para bajo mis pies. -¡Mierda!.- Exclamo, ahora esto, encima se para el tren, ahora si que no va a avanzar esto ni a patadas, estoy por pedirle explicaciones al Mundo, y, ¿por qué se para ahora?, ya llevo contemplándole demasiado tiempo, ¿qué quiere ahora?, ¿quiere que me quede mirando el paisaje?, lleva sin cambiar desde hace tanto tiempo...

El mundo me mira, lleno de ternura me pregunta. -¿por qué quieres que corra tanto?, cada cosa llega a su tiempo.- y sigue avanzando, con su lento e inexorable trote. Joder, llevamos 70 días de Agosto, me parece que el mundo se está haciendo mayor, y va bajando su ritmo poco a poco, ya no está tan sincronizado con el resto de los planetas.

Muerto de aburrimiento me levanto y echo a andar, y dejando una nota en el aire, cuando vengan la lluvia y el frío, ¡qué me busquen!, estaré por ahí, donde se pierde la vista, donde se nubla la voluntad y se deshojan las flores del campo, por allí correteando estaré, o quizá tumbado, es más, ojalá y me pillen desprevenidos, quiero sentir esas primeras gotas heladas en mi piel desnuda mientras no estoy ni mirando al cielo.

Esto de esperar a los elementos no es bueno, tienen un concepto del tiempo muy distinto al mío, hoy creo que voy a impregnar todo el campo con trocitos de mi, voy a hincharme hasta reventar, voy a dejar jirones de mi mismo por todas partes, como pistas para que me sigan, otro día más que me toca arrancarme la piel, que me toca desgarrarme y extirparme órganos como señal de que allí estuve yo hace un tiempo, otro día más que me toca implorar al Sol que vengan las nubes y le oculten, otro día más que busco una charca enlodada en la que chapotear y ahuyentar a los sapos.

Otro día más esperando, ¿cuándo acabará esta espera?, creo que pronto, otro día más mirando como la aguja marca sucesivamente las horas, está claro, la vida no es sueño, la vida es espera, a ver si llega la madrugada y quebranta mi pesar, a ver llegas, ¡oh, frío intenso, tensa mi cuerpo como sólo tu sabes hacerlo, dilata mis pupilas hasta que me duelan!, y ahí, tiempo, párate, deja a la aguja descansar, no dejes que despunte el Sol, no dejes que cree sus sombras, deja reinar a la penumbra un poco más, deja que reine la luna con su brillo tenue y su brisa gélida un rato, necesito notar como se me erizan los pelos de todo mi cuerpo, como se van depositando las gotas de rocío por mi espalda, y que ahí permanezcan, no quiero que me las arrebate el Sol que de todo se apodera, quiero que se queden clavadas ahí, como un recordatorio tuyo y sólo tuyo, quiero que los ríos se queden negros, que no logren su azul de medio día, hoy quiero rodearme de penumbra, quiero rodearme de ti.

jueves, 18 de octubre de 2007

Matriz

Si algo me ha enseñado la química a lo largo de estos laaaaaaargos años (no sé si he acertado con la longitud del tiempo empleado), es lo importante que es la matriz, es decir, lo que acompaña al analito, todo lo que acompaña al objeto de análisis, tanto es así, que es lo primero que nos tenemos que fijar para elegir una técnica de análisis u otra, debemos tener en cuenta las interferencias provocadas por la matriz, así como su estabilidad en distintas condiciones.

Esto es totalmente extrapolable (o interpolable, según se mire) a cualquier aspecto cotidiano, mientras todos, en todas épocas nos hemos fijado principalmente en ese analito, es decir, el pensamiento/sensación/finalidad/objeto y un largo etc. de estudio, hemos dejado pasar por alto lo de verdad importante, la matriz, el entorno, en el que se desarrolla dicha acción, ya que cambiando dicho entorno, cambian totalmente las condiciones de trabajo a desarrollar para hacer con un cierto grado de veracidad ese estudio.

Y es que, además, al propio investigador/analizador, lo que más le afecta es su propia matriz, su propio entorno, también podría tomar el nombre de lo demás, ya que, es todo aquello que menos nos ha importado, es decir, desde el día que tengas, malo, bueno, o regulero, hasta que haga calor, que el jefe te haya dado la brasa a más no poder, o por contra que los semáforos te los hayas encontrado todos en verde y te haya dado tiempo a desayunar como manda El Fary, todo esto cambia las condiciones y las conclusiones que ofrece este investigador/analizador.

Además, claro está, hay lo que podríamos llamar el macroentorno, y el microentorno, por ponerle un nombre así técnico y rimbombante (gracias Sara por este gran palabro), es decir, el macroentorno sería a grandes rasgos la personalidad en ese momento de dicho investigador, si se encuentra más o menos a gusto con la época del año, que pasa por su cabeza, a grandes rasgos, esas características que cambian más lentamente, y podríamos tomarlas como cuasiestáticas (ojo, es ese mágico cuasi lo que le hace tan especial, ya que cambian tan lentamente que el propio analizador no se da ni cuenta de ellas hasta largo tiempo después de que hayan ocurrido) del propio individuo, que es por así decirlo, la matriz interna. Y por otro lado el microentorno sería más bien, que tal va el día, si pasamos por una mala racha, o al contrario, estamos espléndidos temporalmente, es decir, el entorno que cambia cuasivertiginosamente.

Por supuesto, alguna parte del microentorno puede pasar a formar parte del macroentorno, todo depende de la velocidad del cambio, y viceversa.

Lo malo de todo esto (que claro, todo tiene pegas), es que muchas veces el propio investigador/analizador necesita de alguien que mire estas cosillas, ya que uno es tan subjetivo, y está tan cegado en el objeto de estudio, que no se da cuenta más que de eso, de su preciado analito, bueno, que digo muchas veces, es más bien un siempre.

Así que ya sabéis, no os toméis a la ligera la consabida matriz, avisados estáis, y tened en cuenta que es cambiante, como el viento entre montañas cambia de dirección según le viene en gana, sin ningún tipo de control aparente (de esto os hablaré otro día), y cambiando de temperatura y presión tal y como le viene en gana.

Otra característica, quizá la más importante, la matriz, o entorno, es única, instransferible, y a cada persona le afectan a esa matriz los acontecimientos provocados dentro de la misma, es decir, se deforma en cada uno de una manera totalmente distinta a la de otro, es decir, cada matriz es un mundo, es más, cada persona hace que su matriz sea un mundo aparte, único, una realidad en si misma, que pierde valor en cuando choca con otra persona que tan sólo puede decir "no te entiendo", por eso es tan importante tener otra persona con matriz similar que entienda tu entorno y tus movimientos cerca, para que el estudio esté, de cierto modo, certificado.

Y otro método, en principio más sencillo, pero para que sea así necesita muchísima práctica, válido para cuando no tenemos esa otra persona a nuestro lado velando por nuestra matriz única e intransferible, tan sólo hay que ponerse delante de un espejo, mirarse a los ojos, y buscar respuestas, contemplad vuestro propio brillo, lo necesitaréis para ahondar en vuestras más lóbregas profundidades, y llevad chubasquero, allí abajo llueve barro, y hay lodazales por todas partes.

En fin, ya me extenderé otro día un poco más, tengo mucho (demasiado) que hablar sobre este tema.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Pasa el tiempo

No termina de cuajar el otoño, busco las hojitas amarillas tambaleándose, y no las encuentro, busco la brisa, o en su defecto el viento frío, y no lo encuentro, busco la lluvia, humedad aunque sea, y tampoco logro dar con ello, los pájaros siguen gorjeando por los tejados y por los árboles, tiene todo un matiz de cálida templanza, e, incluso, en las horas centrales, de bochorno, parece que el tiempo se resiste a cambiar del todo, dando unos días extra de claridad al mundo, ¡incluso todavía hay moscas rondando por casa!, y yo sigo, esperando el frío, la oscuridad, la lluvia y la nieve, los charcos en la carretera que son pisoteados una y otra vez por los transeúntes.

Aún así, mientras el otoño se va abriendo paso, contra viento y marea, y va reclamando su sitio cada vez con más fuerza y más alevosía, yo cada vez me siento más cálido, con más fuerza, más verde, noto que según amarillea y se oscurece todo, yo rebroto y brillo, cada día estoy aún mejor, así que tan sólo me queda esperar sentado a que lleguen los hielos, para así estar aún más resplandeciente, la música oscura del verano ha dado paso a una con alegre belicosidad e inocencia, cada vez me noto más activo, más preparado, y sobre todo, más y más alegre.

No paro de ver con la gente que me cruzo como se van oscureciendo, su fluorescencia va bajando en intensidad según lo hace la luz exterior, son demasiado dependientes de estímulos externos, de aquí a que llegue el invierno se habrán convertido en zombis, lo bueno es que su capacidad sensorial estará tan limitada que no sentirán a no ser que ese sentimiento sea muy fuerte, y aún así lo sentirán muy de fondo, es como si estuvieran hibernando sus sentidos, mientras tanto los míos se desperezan con una agilidad que hacen que esté fuera de mí, luego dicen que soy un bicho raro... tan sólo por ir a contracorriente, bueno, más bien, por ir en una corriente propia, por mis propios senderos, rodeado de nadie o muy pocos, según el momento.

Así que nada más me queda esperar a la llegada del inminente invierno, y esperar que todo ocurra según lo previsto, hasta que llegue a ser un faro entre la niebla invernal, que nadie sabe muy donde está, pero su presencia es innegable, sin embargo según se acerca el invierno se va oyendo más crujidos y chasquidos, propios de la transformación global de semihumanos, es posible que llegue a haber tanto ruido que ni siquiera me oiga, y tenga que marchar lejos, donde no se oigan ni los ecos de estos seres.

Mientras tanto aquí me quedaré, sentado en la acera de la indiferencia, mientras veo cambiar a los seres que habitan las casas al otro lado de la calle, sin prisas, el invierno es larguísimo, y quiero sentir mi calor en todo su esplendor, hasta que me queme por dentro, quiero sentirme abrasado por mi mismo, notar como las lenguas de fuego avanzan por mis venas, como los haces de luz traspasan mi piel, aunque intentaré endurecerla, para hacer de filtro, no vaya a ser la luz tan intensa que más que claridad provoque cegera.

Ya siento los fotones despertando... el momento se acerca...

martes, 16 de octubre de 2007

Pisando el suelo

Ya volví, vuelvo a estar delante de este trasto de silicio que no para de mirarme con ojos golositos, así es muy difícil concentrarse...

Hoy que ya pienso y recuerdo con nostalgia cosas que pasaron hace apenas 40 horas, paisajes que ya pasaron, y a la vez se quedaron, piedras para tropezar en un camino marcado, y se tropieza; ¡vaya si se tropieza!. Después de haberse elevado tan alto, no se debe caer al suelo demasiado rápido, debe haber una despresurización antes, pero nunca me da tiempo a eso, estoy tan a gusto ahí arriba, mirando y dejándome bañar por el Sol ardiente, sintiendo frío en mis pulmones y en mis músculos, por más que se esfuerza en calentarme, mirando las nubes por debajo de mi, así ninguna nube pasajera puede enturbiar mi mirada, es más, sirven de escudo para los ojos luminosos apostados abajo, que no ven más que siluetas.

Pero claro, estando tan bien ahí arriba, esperas al último momento para bajar, y al llegar abajo, según pones los pies en el suelo notas como todo empieza a apretarte y piensas... -Joder, otra vez, esto me pasa por bajar a pelo.- notas el aire comprimiéndote, empiezas a pensar como la presión atmosférica puede ser tan pesada, y notas un terrible calor, claro, acostumbrado a estar arriba, con el aire gélido, bajas y todo te parece ardiente, tu garganta empieza a quemar, y ese quemazón comienza a bajar... esta a punto de suceder lo peor... a la sensación de pesadez extrema se une un calor abrasador en los pulmones, no puedes más que retorcerte un rato en el primer sitio que veas.

Depende de las fuerzas que te queden, hay veces que pierdes el sentido de la realidad por un rato... lo único bueno es que esta agonía va pasando con el tiempo, depende del día, puede durar unos minutos o varios días... me parece que esta vez es el segundo caso, y ahí sigo, debajo de una encina retorciéndome y esperando que pase rápido, esperando elevarme de nuevo, y sentir tu cálida templanza y tu frío invernal, subir hasta donde los pájaros no se atreven, donde hay tan poco oxígeno como tanta claridad, donde se confunde la luz con el hielo, y las noches se ven tan espléndidas como los amaneceres, ahí quiero atardecer, justo ahí, y comenzar a vislumbrar estrellitas, ahí quiero me quiero sumergir, en ese azul profundo, en ese negro profundo, lejos de las miradas con recelo, que puedan ensuciar esta bella estampa.

Vuelta a la realidad, vuelvo a notar el suelo debajo de mi, aunque más bien es una sensación como si el suelo fuera el que me pisa, vuelve el aire a apretarme fuerte contra él, en verdad se alegra mucho de verme, su abrazo es tan fuerte y tan agradable como el tabasco.

Para lo único que me quedan fuerzas es para mirar arriba y pensar, ¡quiero volver allí!, y es que el anhelo nunca ha sido mi fuerte...

jueves, 11 de octubre de 2007

Libre

Ya se ha escrito mucho sobre esto, y más que se va a escribir, es un tema muy recurrente, sale hasta en los telediarios constantemente, algo tan abstracto que pocas cosas pueden igualar, estoy hablando de la libertad, esa gran paradoja, ya que, cuanto más libres somos, más nos parece que nos falta para ser libres, cuanto más ligeros nos dejan los pies, más cargada notamos la cabeza, pero, además, la gran paradoja de esta palabra es que se basa en la capacidad para elegir entre varias cosas, y, según vas eligiendo una, te vas cerrando tu mismo la puertas para realizar las otras, es decir, por mucha libertad que te den, tu mismo te encargas de ir quitándotela poco a poco, te vas convirtiendo tu mismo en tu verdugo, te vas asfixiando a ti mismo cerrando más y más puertas, eligiendo un camino, que muy pocas veces podemos volver atrás, ya que, la mayoría de las veces la puerta se cierra en cuanto pasamos por ella, de ahí viene la frustración y la desesperación a elegir bien, y lo importante que dicen que es.

Hay otras veces que directamente cedemos nuestra libertad a otra persona, o grupos de personas, por una parte es lo más cómodo, por otra, lo más cobarde, ya que podemos exigir responsabilidades sobre algo que nos pertenece, o al menos, en teoría así es; no es algo raro, delegamos constantemente, en políticos, amigos, familia, pareja... así nos hemos vuelto de cómodos, pero, desde que comprendí esto, no consiento que nadie decida por mi, que nadie me represente, como mucho, alguien cambia el capricho de mi voluntad, pero mi responsabilidad es algo que no pienso delegar, pienso caer con ella una y mil veces, y levantarme dos y mil y una veces exactamente, y si hay tanto ruido que por mucho que grite no me oiga a mi mismo, saldré de allí, y ya volveré otro día.

Porque días es lo que sobra, tiempo, ¿tiempo para qué?, si en la serenidad vivo, si mi mente no tiene horarios, y las noches y los días se los marca ella a su gusto y capricho, las estaciones se van alternando con cada día, cada día es un nuevo capítulo que nada tiene que ver con el anterior, ¿tiempo para qué? si mis sentidos han aprendido a sentir independientemente, cada uno a su aire, y llevar la información a mi cerebro sea cual sea la hora. ¡Qué me importa que ya no quede gente (no personas, gente sin más) en la sala donde se discutía sobre el asunto!, no es con ellos con quien quiero hablar, si no con las personas que aún quedan.

Hasta que me comentan esas personas cual era el orden del día, se estaba eligiendo un nuevo ser todopoderoso, por eso todos gritaban tanto, al final, evidentemente, ganó el que gritó más, al que más le han hecho los coros, el resto, simplemente delegó la responsabilidad en el ser que ellos habían elegido como superior...

Luego dicen que entienden la libertad, que es lo más importante... y ahora vuelvo a comprender porque hace mucho que no me pasaba por esta sala, hasta sus cimientos se quejan de la carga que soportan.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Tenso

Ahora quiero que mis pupilas se dilaten, que mi bello se erice y se noten mis poros en carne viva, quiero notar como se tensan mis músculos para vencer una resistencia, como se endurecen, quiero sentir dolor dentro de ellos. Quiero romper a sudar, notar cada gota abrasando la piel a su paso, sentirme grande luchando contra un peso, y, luego, sentirme pequeño al caer agotado sin fuerzas.

Quiero flotar, sentirme oscuro, más bien, con un brillo oscuro, sobre todo en mis ojos, para que puedas sentirte especial al notar mi mirada como un disparo, que parezca que mis ojos son un ser inanimado, como un rifle, y disparar certeras miradas que lleguen al centro de ti, silenciosamente, tan sólo se oirá un leve zumbido en el aire circundante, disipado rápidamente por la atmósfera y luego, luego tan sólo calor, mucho calor, un calor tenue que quema al tacto y deja un frío helado a su paso, así quiero mirarte hoy. Siéntete especial si me ves así, pues estarás sintiendo algo especial, al igual que yo.

Por eso salgo por la puerta pausadamente, y sin mirar atrás, cerrando las cortinas a mi paso, y comienzo a andar, ya que todos los pensamientos de valor ocurren cuando mente y cuerpo están trabajando al unísono.

Y me dejo bañar por el sol, dibujo su silueta con mis labios y sus sombras con mis manos, al igual que hace él conmigo, mas no consigo en él un blanco para mi ardiente regalo, ya que él tiene unas pupilas aún más ardientes que las mías.

Y paso todo el día deambulando y mirando, mas no consigo fijar mi blanco sobre ningún ser del bosque, que su blanco es demasiado puro, más que el mío, con lo que no puedo ni mostrarles mi regalo, pues mi pudor me lo impide.

Y espero a la caída de la noche para mirar desde la oscuridad a la Luna, y a los demás animales de la noche, pero me encuentro con una profundidad en sus ojos que hacen que la mía parezca un mísero charquito enlodado.

Así que al alba vuelvo a mi desierto, a mi oasis, para seguir abrasándome, brillando en la oscuridad de la profunda noche y volviéndome más puro, para ver si puedo llegar a medirme en algún punto con lo más sublime, viendo que el camino que ayer parecía recto me estaba haciendo caminar en círculos, mostrando al mundo donde he llegado, y mostrándome él hasta donde puedo llegar. Tan sólo tengo que esperar el deshielo en mi cabeza, y que bajen todos los torrentes claros y fríos para convertir el mísero charquito enlodado en un profundo y caprichoso mar; a veces cristalino y a veces negro como la noche, a veces encolerizado y otras una balsa de aceite...

lunes, 8 de octubre de 2007

Tiempo

Lo prometido es deuda, o al menos eso dicen por ahí, hoy, voy a ver si me concentro y puedo hablaros de los detectores, detectores hay de muchos tipos, y todos tenemos por lo menos uno acoplado, los hay que miden variaciones de temperatura ínfimas (normalmente la radiación ultravioleta de la luz), los hay que detectan radiación infrarroja, cambios en la presión y un larguísimo etc.

Pero hoy me quiero centrar en algo que casi todos llevamos de serie, los más convencionales, son los tres más usados para cualquier técnica espectrofotométrica y/o colorimétrica, pero también se puede usar en cualquier otro equipo, o como técnica acoplada, estos son los tres tipo de detectores más usados: el fototubo, el tubo fotomultiplicador, y el diodo array, pero antes de explicarlos, os contaré, que cuando algo emite una señal, lo hace en todo el espectro, es decir, en todas las longitudes de onda, lo que pasa es que en algunas longitudes de onda, la señal es mayor que en otras, es decir, es un gráfico con máximos y mínimos.

- El fototubo: es el más simple de los tres, es simplemente una cámara con un filamento y una plancha de metal muy fino, cuando la luz incide sobre el filamento, lo activa (hablando mundanamente), haciendo que se proyecte un electrón a la plancha de metal, y cuantos más electrones incidan, más señal tendremos. Aunque parece sencillo, muy poca gente lo tiene acoplado, este detector mide las cosas como son, y punto; así que no hay más que pararse a pensar, queda poca gente con este detector, es algo arcaico, sus ventajas son el bajo precio de mercado, aún teniendo una gran utilidad y su facilidad de uso, mientras que sus desventajas es que no puede aplicarse a todo el espectro, si no que hay que ir orientándolo a cada longitud de onda... (hoy os toca leer entre líneas y entre tecnicismos...)

- El fotomultiplicador: no es más que colocar 9 o 10 fototubos uno a continuación del otro, con lo que amplificamos la señal, aproximadamente, un millón de veces, el fundamento es similar al fototubo, como os podéis imaginar. Este modelo es el más usado en laboratorios, y sospecho que es el más usado en la gente de a pie también, en esta sociedad moderna llena de hipersensibilidades y alergias de todo tipo, Las ventajas es, sin duda, su gran poder de detección, su precio es caro (¡¡que nos lo digan a cada uno de nosotros!!), y, su gran desventaja, es, que como en el caso del fototubo, hay que ir orientándolo por todo el espectro, ya que sólo puede medir una longitud de onda cada vez.

- El diodo array: no es más que un sistema de muchísimos diodos puestos uno detrás del otro, con lo que cada uno se encarga de medir una longitud de onda, su sensibilidad no es tan grande (ni mucho menos) que el fotomultiplicador, tiene una menor resolución, es más caro, pero su gran ventaja es que ocupa todo (o la mayor parte del espectro). Sospecho que a mi me equiparon con uno de estos...

Hoy está esto demasiado denso, por si alguno se me pierde en tecnicismos, tan sólo hay que cambiar señal por reacción/sensación, cada longitud de onda = poder mirar una cosa a la vez, y todo se os mostrará más claro, ¡hay que perderle el miedo a la química!, como veis, tiene un montón de aplicaciones.

PD: Para observadores, sí, he vuelto a cambiar el título, definitivamente, me quedo con este, he encontrado mi título ideal :P

viernes, 5 de octubre de 2007

Amplificando

Hoy voy a hablaros de otra parte del aparataje de los equipos de laboratorio, el detector, todos tenemos un detector dentro (al menos uno, puede haber más), hay detectores de muchos tipos, hay unos que detectan cambios de temperatura, otros que detectan radiación ultravioleta, concentración, radiación infrarroja, sistemas de diodos... El mundo de los detectores es complejo, y cada uno es un mundo, y, si esto no fuera suficiente, encima hay un pequeño aparato que se puede poner entre el detector y el registro (el registro es lo que nos da la señal numérica en la pantalla), que es un amplificador de señal, este mísero aparato puede hacer que señales ínfimas se conviertan en montañas imposibles de escalar, permite magnificar casi cualquier pico insignificante, permite a cualquier cosa pequeña decir, ¡¡oye, aquí estoy!!.

Hace tiempo yo tenía un amplificador acoplado, justo al lado del registro, todo me afectaba demasiado, y así pasa, si una cosa pequeña la magnificas y la das la dimensión de "apreciable", incluso "grande", las cosas grandes aparecen monstruosas, una sonrisa parecía un rugido, es parecido a lo que pasa al susurrar por un megáfono. Sin embargo logré extirparme ese amplificador, y todo cambió, al principio no podía distinguir las cosas pequeñas del ruido de fondo de mi equipo, pero las cosas grandes aparecían como grandes, sin más, reconozco que un poco se perdió el mito, todo bajó al suelo en vez de estar kilómetros por encima de mi, pero luego vino mi aprendizaje, saber observar cosas aparentemente pequeñas entre un ruido de fondo, y es que las cosas pequeñas son tan importantes... Una cantidad muy pequeña de un determinado compuesto puede hacer del maná un veneno, y para comprender a ese maná, y a ese veneno, tuve que aprender a ver entre los picos del ruido, me di cuenta de que las montañas más pequeñas pueden ser incluso más difíciles que las grandes y bien diferenciadas, tan sólo dependía del entorno en el que estuvieran...

Ahora veo las cosas, o quiero verlas, con la magnitud que en realidad tienen, me he convertido en un mensurando más, ahora comprendo aquel que dijo que la definición más correcta de "hombre", sería "el que mide".

Pero eso no es todo, parecer que estos amplificadores los hacen de plomo, ya que me he quitado un gran peso de encima, además, como sabréis, el plomo es muy tóxico para el organismo. Así que ahora por lo menos he conseguido que mi detector funcione con corrección, y cometer los menores errores sistemáticos posibles, aunque, como siempre, haya que calibrar todo el equipo cada día.

Vaya, ya se me ha hecho tarde, mañana os hablo del detector... ese bello aparato que todos tenemos dentro...

jueves, 4 de octubre de 2007

Conversación de a uno

¿Quién dijo que romper algo es malo?, es más, ¿quién dijo que hay palabras para designar maldad y bondad?, sin ir más lejos, yo todos los días rompo millones de cosas, rompo el silencio, rompo a reír, rompo a llorar, rompo la baraja, rompo conmigo mismo, rompo mis valores para, de sus cenizas, crear otros, rompo todo lo que construí ayer, tan sólo dejo los cimientos, para comenzar de cero otra vez, para que mis construcción sea más fuerte tengo que empezarla innumerables veces, es la única forma de adquirir la práctica necesaria para que se mantenga en pie contra viento, marea, e incluso contra algún niño caprichoso que se dedique a picar la pared por fuera para ver el contenido de lo que hay dentro.

Hoy noto mi a mi cerebro cansado, pienso que va a ser simplemente otro día más, cuando todo me indica que hoy es tan especial como cualquier otro día, mi cerebro hoy no responde, tan sólo me recuerda cada poco tiempo, hoy es otro día más, a lo que yo respondo, ni mucho menos, hoy es otro día especial, es más, hoy ya he hecho que este día sea especial, y no ha hecho más que comenzar, aún queda mucho por delante... mi cerebro no responde, hoy no quiere romper nada, ni siquiera tiene fuerzas como para romperme a mi por dentro, desvalijarme y demolerme, y una vez esté en el suelo echo un guiñapo, decirme un escueto: te lo dije; por eso hoy, aunque estoy lleno de fuerzas a rebosar por dentro, no puedo usarlas, mi cerebro no da tregua... no sé que se traerá entre manos, quizás las quiera guardar para usarlas mañana todas juntas, en una gran afrenta, o quizás simplemente se ha levantado retozón y tengo que despabilarle, aún así intentaré que luche conmigo durante todo el día, aunque él me dé largas, me diga que le duele la cabeza, o que está cansado... es que cuando uno es cabezón...

Quiero romper, destrozar, construir, reparar, pero no puedo, no tengo la autorización de quien puede dejarme hacer esas cosas. Y sin llaves no se puede traspasar esa puerta, tan sólo me queda seguir intentándolo, y, si no hay suerte, mañana usar todas mis energías en algo realmente grande. Ya me estoy imaginando que podrá ser, con que tipo de alimaña tendré que pelear, ¿será un gigante?, ¿será un cíclope?, ¿o tal vez sea una sirena?, ¿o simplemente un enanito con algún poder especial para paralizarme por completo?.

Ya estamos con los dichosos "tal vez", tal vez sí, o tal vez no, ya tengo a la incertidumbre apostada en mi lindo culo, la noto, pero no alcanzo a verla, y cada vez que me doy la vuelta, desaparece y se me engancha en un costado... la verdad es que es muy juguetona, incluso podría decir que un rato hace gracia, pero... ahí la tengo, cada vez se sube más a mi espalda, va susurrándome al oído... y me da por pensar.

No ves cerebro, como este día iba a ser especial también, ¿cuántos días hemos tenido a la incertidumbre tan cerca?, y, que sepas, que es todo por tu culpa... Acto seguido, dejo de sentir ese cosquilleo, la incertidumbre ha desplegado sus alas multicolores, llenas de símbolos agolpados unos sobre otros. Sí, mi cerebro no ha podido contestarme a eso... ya estoy agarrando la maza... sí, voy a destruir lo que construí ayer, para luego volver a construir.

Hoy he empezado más tarde, espero que no se me haga de noche entre planos y piedras... aunque por lo menos tengo claro que los gigantes, cíclopes, sirenas y enanos tendrán que esperar para otro día, ahora mismo tengo algo mucho mejor que hacer.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Cambio de título

Viendo el cariz que están tomando mis pensamientos últimamente, he decidido cambiar el título por otro más apropiado, y no descarto un cambio de colores próximo, la verdad, algo que vea más apropiado como la vestimenta de mis vómitos parcialmente controlados, aunque siempre está bien desangrarse por los poros sobre un escenario de colores pastel, no hay ni que decir, que el contenido de este sitio seguirá siendo el mismo, sin ningún cambio más que lo que dicten mis pocas y quemadas neuronas, asediadas por equilibrios químicos y aparataje de laboratorio, y demás cosas.

Voy a seguir convirtiéndome cada día en algo distinto, y a la vez no cambiando en absoluto, seguiré transformándome en veneno, o en elixir, depende tan sólo de la dosis, quemando raíces y sepultándome bajo tierra, volando por encima de las cimas más altas de cuando en cuando, tropezando, cayendo para volverme a levantar, corriendo y parando sin ningún sentido y sin ningún fin aparente, quedándome mirando fijamente algo insignificante para luego pasar de largo algo grande y magnífico, lavándome en aguas turbias para luego nadar en lagos cristalinos, arrancándome la piel por mero placer, en definitiva, ningún cambio con respecto a lo que llevo haciendo hasta ahora.

Seguiré yendo por caminos tortuosos vistos desde lejos, pero tan rectos y planos vistos desde cerca que lo único que asustan son los precipicios instaurados a sus lados, ya sabéis que lo que acojona no es la subida, si no la pendiente, y la velocidad con la que se sube es lo único que cansa, tan sólo espero que sigáis por aquí alrededor mío, ya sea como compañeros de viaje, como carga, o como meros espectadores sentados entre las nubes, dejándose bañar por el templado sol de estas épocas.

Y ya sabéis, disfrutar del instante sin saliva en la garganta.

martes, 2 de octubre de 2007

Ahora

Ahora que salgo a la calle por el mero echo de oír lo que me trae el aire, ahora que apuro el aroma de cada flor tardía, del pinar que tengo al lado de casa, el olor de la tierra mojada después de una lluvia tibia y uniforme, ahora que no tengo miedo de andar descalzo en un valle de rosas; ahora que no tengo vergüenza para mostrarme sin mis harapos y totalmente desmaquillado, ahora que miro a las personas y las atravieso con la mirada, ahora que por más que me esfuerce, tan sólo veo las cosas como son.

Ahora que la serenidad se ha apoderado de mi, que vuelvo a ser una balsa de aceite, ahora que la sonrisa se dibuja en mi cara y me llena por dentro; ahora que noto el calor que irradio, ahora que soy como una estufa en el centro de Siberia, ahora que soy capaz de derretir muros de hielo tan sólo pasando mi mirada, ahora que mis sentidos han aprendido a omitirse y reinventarse según les viene en gana, se han convertido en seres autónomos captadores de información.

Ahora que disfruto de cada situación, disfruto de la brisa contra mi cara, y de como logro imponerme a ella, disfruto de sentir frío en mi piel; disfruto de la melodía que resuena en mi cabeza, de cada página del libro que paso, disfruto al comprender que esta vida no se mide por preludios, si no que hay que dejar que pasen los episodios, disfruto de aguantar y aguantar; disfruto del instante sin saliva en mi garganta, disfruto de la sequedad de mis palabras; ahora, incluso, me disfruto a mi mismo tal como soy.

Ahora que no pienso con más antelación de la necesaria, que no hago planes para un tiempo más lejano de 5 minutos; que pienso que sería mejor no pensar, que pienso en mi, y que pienso en otros; que pienso que esta sensación nunca debería acabar, y que pienso en todas las sensaciones que pasaron, el tocar una hoja, el erizarse la piel por un roce inesperado, el dilatarse la pupila para captar mejor la luz.

Y ahora que quizá piense que estoy enajenado, que quizá nunca pensé en estar así de bien y de tranquilo, que quizá nunca creí que me encontraría a mi mismo, que quizá nunca me imaginé que podría llegar al punto de mostrarme tal como soy, sin más ni menos que yo mismo, que no me avergüenzan mis carencias ni presumo de mis virtudes, tan sólo dejo que actúen como les venga en gana.

Ahora que no me importa que la gente me juzgue, no me importa lo que pase, y mucho menos lo que no pase; ahora que soy como un ente ajeno a este mundo, que tengo mi propio mundo, ahora que tengo la serenidad de saber que nada puede afectarme, me ha crecido un halo de imperturbabilidad.

Ahora que no me importa lo que otros piensen, hagan, actúen o sientan, pero mis sentidos están atentos a cualquier modificación que se produce a su alrededor para poder seguir siendo yo en un mundo cambiante.

Ahora que sigo las palabras en el aire mucho mejor que en las bocas ajenas, que sigo los rastros mucho mejor por las huellas que por las personas que los dejaron; ahora que construyo castillos en el aire y se mantienen erguidos.

Ahora que miro a mis profundidades y no siento temor si no cálida ternura.

lunes, 1 de octubre de 2007

Blanco y negro

Por fin han vuelto los días nublados, las mañanas de brisa fría y las tardes de lluvia, por el momento sin aire, calmadas, el sol parece no hacer acto de presencia, está ocultado detrás de una masa inmensa de nubes, podría decirse que se aburre y todo, por fin entramos de lleno en el reino de lo gris, los colores pastel poco a poco se van volviendo más crudos, los brillos se van matizando a marchas forzadas y se van quedando mate, pasamos de la alegre (y marchita) voluptuosidad a algo más pausado, y en cierto modo, más cercano, y claro, en estos momentos, a uno le da por pensar en cosas profundas, ya que por fin la temperatura nos deja pensar, y no es un mero instrumento para resecarnos el córtex, es tiempo de reencuentros, de comenzar colecciones de cacharros inútiles, de volver a empezar lecturas y amistades, de hacer la re-entrè del conocimiento, parece que nuestro cuerpo, abrumado y encogido por tanto frío, se ha arropado con nuestra mente y la deja pensar libremente, atrofiado estaba de tanto descanso y de tan poca humedad, a ver cuando se ponen de acuerdo y trabajan los dos al unísono.

Es tiempo en el que te bombardean con historias de verano, fotos de verano, pero para mi las sensaciones de verano quedan muy lejos, no olvidemos que el cerebro a tomado el control, y en verano mi cerebro no estaba para muchos trotes, tan sólo estaba para sentarse en un sofá y ver la televisión por cable, ni cortezas quería para acompañar. Parece que la nostalgia de lo soleado invade al mundo, estoy solo en mi felicidad por este tiempo frío y más crudo, me parece ser casi el único erguido por la calle, sintiendo el frío en mi cara y emanando calor, cada vez que me cruzo con alguien no enjuto, no puedo si no mirarle con admiración, pensando, mira, hay alguno más...

La verdad es que el contraste en fuerte, mientras hace algún tiempo el ambiente en la calle era de personas luminiscentes (aunque no tiene mucho mérito dar luz cuando te alumbra una bombilla gigante de 60.000 watios), ahora parece todo oscuridad, por eso cuando vislumbro alguna antorcha en la niebla no puedo más que acercarme, a ver que tal le va, a ver si tiene suficiente aceite para seguir en su tarea, que este invierno tengo buenas reservas, y no creo que mi luz se apague, claro está que no es espectacular como un ser luminiscente, pero da mucho más calor una simple antorcha titilante que una lámpara halógena.

En fin, me gusta mucho más la vida en blanco y negro que en color, da mucha más profundidad y, nadie sabe por qué, el blanco y negro convierte todo lo que toca en arte...