Manías

Tengo una manía un tanto incómoda, bueno, no es una manía, más bien es una necesidad... No, más bien es algo intrínseco a mí, algo que no se puede cambiar por muchos años de entrenamiento ni de concienciación.

Tengo que admitirlo, no sé fingir; bueno, salvo cuando juego al mus, todo hay que decirlo, salvo en esa situación, no sé fingir, me es totalmente imposible poner buena cara cuando algo no me gusta, fingir sentirme emocionado por algo que me da totalmente igual, y viceversa. ¡Y algún inconsciente dirá, qué suerte tienes!, nada más lejos de la realidad, es que ir con la verdad por delante da muchos palos, y algún otro dirá, no hombre, las cosas como joden son por la espalda, ni mucho menos, ¡si no te enteras!, ¿qué tiene de malo?, ¿qué te pitan los oídos?, eso no está demostrado científicamente, ni mucho menos.

Y es que, por más que quiera, pasa lo que pasa, dicen que los ojos son el espejo del alma, pero eso lo dicen porque no se fijan en lo realmente pequeño, los ojos, por si mismos, son totalmente inexpresivos, lo que carga de emotividad una mirada son esos pequeños músculos que hay justo alrededor suyo, y yo, con eso, no sé mentir, mis músculos se disparan, se podría decir que tienen vida propia, así como otras partes de mi cuerpo, que van por libre, sin preguntar, sin pedir permiso, y, por supuesto, sin pensar en el resto de las partes comprometidas.

Así ando yo por la vida, y así me va, claro...