Publicidad

domingo, 29 de julio de 2007

Pulso

En esta sociedad en que vivimos, no podemos más que echarnos las manos a la cabeza, o, si se tiene un poco de pudor, a la cara, para no ver ni por asomo lo que tenemos delante; y es que, ¿quién no ha oído alguna vez, a personas (o personajes, según el caso), diciendo "es que me han suspendido", "es que la culpa no es mía", "el jefe es que exige demasiado", y otras similares, en cualquier ámbito?.

Y sí, antes de entrar en demagogias, a veces se da el caso de que, efectivamente, "te han suspendido", o "esta vez la culpa no es tuya", o bien es cierto que "el jefe te exige demasiado", pero, como se dice en mi casa, una cosa es una cosa, y seis media docena; permíteme confesarte que es posible que te suspendan un par de veces, pero no 15, que a veces la culpa no es tuya, pero otras sí, y que algún jefe es posible que te exigiera demasiado, pero no en los 8 trabajos que te han despedido.

Es decir, vamos, con rumbo recio y regio hacia el absurdo, ya estamos en una posición muy avanzada, cada vez, aún teniendo más oportunidades de formarse; llegamos más bajo en términos estudiantiles, y eso, evidentemente, repercute en el trabajo que vamos a desarrollar posteriormente. Pero no es esto lo único, queda la cuestión más importante; nadie sabe el por qué, pero es así (como la física cuántica), cada vez somos más acomodados, y cada vez tenemos menos.

Este doble filo, igual de cortante por los dos lados para cualquier sociedad, o grupúsculo de gente, es obvio, cada vez queremos trabajar menos, estudiar menos, dedicar menos en algo nuestro tiempo libre, sin embargo, cada vez aspiramos a más, algo incongruente, luego, una vez que se ve que no llegaremos a ese nivel ni aunque nos dieran una coz, comenzamos a mandar responsabilidades a todos los puntos del resto de la sociedad, sin embargo, seguimos sin querer trabajar, ya que no es grato, tampoco queremos en ámbito de estudios memorizar, porque es cansado, ni razonar, porque exige concentración, ni evaluación continua, porque debemos trabajarlo poco a poco, pero tampoco queremos jugárnoslo todo a una, por el riesgo que conlleva. Señores, niños, hagan sus apuestas...

Así pues, hasta que no haya un cambio en la mentalidad, hasta que no nos demos cuenta que detrás de tus errores no hay nadie más que tu, y que, si estos errores son demasiado grande, o tu demasiado pequeño, te pondrás esconder detrás suyo, pero si no, no podrás, que detrás de tus fallos, la responsabilidad es solamente tuya, hasta que nos pongamos metas que seamos capaces de alcanzar, os sigo recomendando que siempre que tengáis que cruzar por en medio de este barco de rumbo regio, timoneado y capitaneado por las únicas personas que saben lo que quieren en este momento: tener al resto por debajo, id con los ojos tapados, y escuchando lo menos posible, puesto que la única salida del barco es tirarse al mar.

Recuerda: tus errores son mucho más tuyos que tus victorias, ya que estas se esfuman en el tiempo

0 Deja tu comentario, no cobro ;):