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miércoles, 12 de septiembre de 2007

Llueve

Comenzó a llover, empecé a sentir cada gota que caía sobre mi cuerpo, mi cara, un frescor tibio se apoderó de mi ser, mis músculos de mi cuerpo se tensaron, debido al contacto con el agua fría, mientras los de mi cara se relajaban por momento para captar esa sensación mejor, todo el calor que tenía se fue disipando en el ambiente, me quedé parado mirando hacia arriba, hacia la nube que me había bendecido con esta sensación, y le di las gracias y me quedé un rato ahí, sólo, empapándome con una sensación de profunda paz mientras la gente a mi alrededor se agolpaba y corría como gallinas sin cabeza en busca de una cornisa para guarecerse... no comprendo por qué, pero cada día tengo más claro que no entiendo a la humanidad.

Al final comencé a caminar lenta y pausadamente, con el cuerpo recto y la cabeza erguida, disfrutando de ese precioso momento, mientras el resto corrían agazapados, ¡cómo si así se fueran a mojar menos!, y es que creo que hay un error de concepto, la tensión puede hacer que cualquier sensación agradable se horrorice al máximo, algo tan intenso como esto, quitarse el calor del cuerpo después de todo el día con finas gotas de agua, si nos empecinamos en tensarnos y hacernos un ovillo, se convertirá en algo horrible, más esto es debido a nuestra infinita ineptitud para captar los regalos que nos brindan gratuitamente, no digamos, si esto lo extrapolamos a otros ámbitos, un regalo agradable, echo desde lo más profundo del ser, se puede convertir, si el que lo recibe tiene esta tensión, en algo más que una patada en la boca del estómago.

Seguí caminando, y divagando, hasta que al final, inspirado por las gotas de agua, me acordé de los grandes maestros, y su fijación por comparar la armonía con el agua, rápidamente lo comprendí todo, ya tengo una nueva línea de trabajo, ser como el agua, lo más blando, y a la vez capaz de romper riscos enormes, lo más maleable, y a su vez, incompresible, algo que pudiendo llegar a ser lo más puro, también puede enlodarse y oscurecerse perennemente, un todo en si mismo, y no es nada a no ser que le prestes algo de atención, sí, definitivamente, quiero ser como el agua, es un camino largo y duro, pero su recompensa es infinitamente mejor...

Armonía, prepárate, porque allá voy, eso sí, pacientemente, quiero disfrutar de las vistas del camino, quiero regocijarme con cada paso que de, estar totalmente seguro, y equivocarme, para volver hacia atrás, fijarme en los arbustos de la vereda del camino, con su multitud de bifurcaciones, intentaré mirar lo más lejos posible, para discernir cual es el camino más recto, aunque, luego, irremediablemente me pierda en ese laberinto mágico, con infinitas entradas e infinitas salidas, a su vez con infinitos puntos intermedios, es más, pienso adentrarme ahí sin una ruta de viaje, sin papel, sin lápiz, sin candil y sin mantas que me cubran por la noche, quiero estar totalmente a merced del camino, a ver hasta donde puedo llegar apoyándome únicamente en mi, y, quizá, en alguna persona que me encuentre por el camino, si bien cada uno deberá tomar sus propias decisiones, es lo más parecido a una soledad, y lo más parecido a estar acompañado, en fin, es lo más parecido a.... lo que quiero, y detrás de cada quiero, siempre, siempre, hay un puedo, tan sólo hace falta tener un por qué, a las personas que tengan un por qué, les vale casi cualquier como.

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