Partió a un mundo para el extraño, lleno de personas y gentes que no entendía ni conocía, parecía que fuera poco menos que de otro planeta, pero no cejó en su empeño, intentó agudizar sus sentidos tanto como fuera posible, y, en verdad, tenía unos sentidos muy finos.
Se pasó todo el día intentando que alguna persona o ente de los que por allí pulularan le entendiera, mas cuando cayó la noche, se sintió agotado y se fue a dormir al bosque, allí se desenvolvía mucho mejor, le era todo más familiar y más cercano, y paso allí la noche, sin pena, y sin gloria.
Al levantar notó que el cansancio iba haciendo mella en él, pero ni se lo pensó, volvió a la cuidad con la rabia del que quiere conseguir algo a toda costa, con la conciencia del suicida, que quiere hacerse ver a toda costa, con los sentidos del volatinero, que está él solo junto a la cuerda, y la gente se congrega a su alrededor, y debajo de él para ver si cae, o si sale ileso, con esas energías renovadas fue hacia allá, pero el día pasó igual que el anterior, no se lo explicaba, su entrenamiento había sido perfecto, era sin duda el mejor, pero nadie le entendía ni le hacía caso...
Cinco jornadas pasaron antes de darse por vencido y volver a la morada del maestro, allí en lo alto de la colina, entró por la puerta y vio que el maestro estaba preparándole algo de comer. -Tendrás hambre, siéntate y descansa.- dijo. El alumno se quedó obnubilado, ¿cómo era posible que el maestro hubiera previsto su regreso con tanta exactitud?, quedó allí sentado durante un rato, superado por la situación.
Sé como te sientes. -dijo el maestro.- no te esperabas esto, ¿verdad?, creías ser el mejor, y te has visto superado por la situación, durante cinco días seguidos, eso sí, tienes un orgullo envidiable, la mayoría no duran ni al segundo día antes de volver...- Las palabras resonaban en la habitación, golpeaban contra él haciéndole entrar en razón, y confundiéndole más todavía, se sentía extraño...
Hasta que, de repente, despertó. -¿Qué he hecho mal, maestro?, ¿qué lección no he aprendido?.- el maestro sonrío inocentemente, como sonríe una madre a su hijo pequeño. -La lección que no has aprendido conmigo, es una lección que aprendiste en la cuidad, se puede decir que es la primera lección que has aprendido tu sólo, yo tan sólo te la voy a traducir, ya verás como todo cuadra: te preocupas tanto de que la gente te entienda, y, ¿no sería más fácil y productivo que intentaras comprender tu a la gente?, evidentemente, no a cualquiera, tan sólo a la gente con la que tienes una relación de persona, intentas sentir de la forma equivocada, ¿quién te enseñó que se escucha con los oídos?, es mucho más sencillo, la próxima vez que vuelvas a la cuidad prueba de esta forma:
Habla con la vista, escucha con las manos, toca con los oídos, huele con el gusto y mira con el olfato, verás como todas las máscaras caen al suelo y se desmoronan tal como lo hiciste tu, te resultará mucho más fácil así...- El maestro dio la vuelta y siguió cocinando, mientras él se quedó allí sentado durante un largo tiempo, sin embargo, según iba pasando el tiempo sus ojos iban brillando más y más...